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Entrevista a Carlos Skliar
Educar la mirada puede sonar, entre otras cosas, a una indicación de que cosas mirar o de cómo interpretar lo que miro. ¿Qué es educar la mirada, qué relación tiene con otros lenguajes que intervienen en la educación?
Es cierto que varios estudiosos han venido dándole vuelta a esa expresión “Educar la mirada” y que hay más de unacontroversia en ese sentido. En principio yo trataría de evitar una definición formal y normativa y propondría empezar a trabajar con cuatro o cinco posibilidades al mismo tiempo. No sólo para prevenir los recambios de eufemismos a los cuales, generalmente, estamos habituados en la educación (es decir, esa creencia que consiste en transferir la educación de la palabra a la educación de la mirada pero conel mismo dispositivo), sino también, justamente, para tratar de no darle un carácter moral a la definición, sustraerla de cierta sospecha de imperativo.
De ahí que digo que se han pensado de modos muy distintos el sentido de “Educar la mirada”. La forma más básica, que yo contesto, supone inmediatamente la coexistencia de un doble control; no solo el control educativo tradicional implicado en eltérmino “educar” (el de los individuos, el de las poblaciones, el de los países) sino también el control sobre la mirada de los otros, el control sobre cómo habría que mirar, qué habría que mirar, dónde habría que mirar, etc. En una época donde todo se ha vuelto visible o posible de ser visto, quizá lo visual sea incontrolable, indescifrable, a la vez que cotidiano y familiar. Hay tanto un exceso ysaturación frente a la imagen como una sensación de anorexia visual: frente a la pluralidad y multiplicidad de imágenes estamos debilitados para poder ver, para poder entender y para poder producir algo con los efectos de lo apenas visto. Por eso nos hemos vuelto depositarios de lo que se ve pero no tenemos participación ninguna en la construcción de las imágenes.
Pero “Educar la mirada” no puedeser sólo pensado como el aporte que le dan las imágenes a la pedagogía. Más bien creo que se trata de multiplicar las formas de mirar, de multiplicar las posibilidades de mirar todo aquello que las imágenes producen. No se trataría tanto de pensar con qué imágenes trabajo, qué imágenes acompañan contenidos o qué imágenes deberían ser presentadas, sino de las formas de mirar, de los modos en queal mirar esas imágenes producimos algún tipo de sensibilidad, memoria y pensamiento.
Todavía hay mucho para pensar acerca de la relación entre pedagogía e imagen. Es cierto que ese cruzamiento, esa intersección es inexorable; pero también es verdad que aún hay que pensar mucho acerca de si estamos frente a un viraje visual, así como en los umbrales del siglo pasado estábamos frente a un virajelingüístico. Digo esto porque hoy estamos frente a sujetos atravesados fundamentalmente por la imagen y no por la palabra, lo que crea, entre otras cosas, una encrucijada educativa.
De todos modos, mi posición está claramente ligada al entendimiento de la educación como donación, como un ofrecimiento. Eso quiere decir que interpreto “educar la mirada” no tanto como el efecto que provocan lasimágenes (tanto fijas como en movimiento) sino como el efecto que provocan las miradas en el acto de educar. Sabemos que hay miradas que ven borrosamente, que manchan y miradas asesinas, que matan. Por eso insisto tanto en trabajar sobre las miradas que posibilitan, que acompañan, que ayudan, que donan un tiempo y un espacio al otro. Miradas, en síntesis que por un lado no permiten la existencia de otro ymiradas que abren esa posibilidad. Demás está decir que hay miradas que impiden, que estorban, que prohiben, que niegan, que hielan. “Educar la mirada” también es un ejercicio de repensar y reelaborar cómo miramos a quien miramos. Y aquí deberíamos, quizá, volver sobre ciertos abordajes moralistas y moralizantes de la imagen: se insiste demasiado en hablar sobre la imagen, sobre si una imagen...
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