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Sin duda, habrá un gran número de alumnos y alumnas que tendrá un par de horas a la semana dedicadas a clases de religión, ramo que a ratos pudiera ser aburrido, de poca importancia y casitotalmente prescindible. De hecho, si nos comparamos con otros países “más desarrollados”, tener este tipo de “materias” sería algo imposible, ya que esto probablemente atentaría contra la libertad deconciencia… incluso algunos lo considerarían un acto violento.
Y es que en la sociedad actual, la religión pareciera haber perdido el valor de antaño. Existe la sensación de que se puede prescindirtotalmente de ella, hasta incluso vivir sin Dios. Así, lo extraordinario no es el hecho de no creer, sino que por el contrario, hoy los creyentes debemos explicar y justificar el porqué creemos y seguimosparticipando de nuestros ritos comunitarios. Lo anterior ha llevado a pensar que la crisis en que nos encontramos como Iglesia sería algo así como “el inicio del fin” de esta religión. Así, se haríamucho más evidente que las clases de esta materia parecieran ser algo de lo cual podríamos prescindir, ocupando esas horas en preparar más a los alumnos y alumnas para la PSU. Podemos preguntarnosentonces, ¿por qué seguir enseñando o hablando de religión hoy? Y, especialmente, ¿por qué seguir enseñando la fe católica?
Las clases de religión, sin duda, no son un espacio para adquirir una mayorcantidad de herramientas que permitan saber más de matemáticas, historia o lenguaje. Asimismo, no aumentan mis conocimientos para poder acumular más títulos u objetos, para obtener un prestigiosoposicionamiento social, para fortalecer mis ideales de exitismo como motivación y fin de mis actos, o para consumir más y mejores productos.
Las clases de religión no sirven para esto. Pero sí sirven paraenseñar a tratar dignamente a los empleados de una empresa, pagar sueldos justos, para no evadir impuestos, para no alterar informes medioambientales o para no pedir favores políticos a cambio de...