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Publicado: 5 de diciembre de 2010
Pero el pilar relativo a un aporte fiscal a los salarios más bajos -idea que remoza parte de la propuesta de la Comisión de Equidad de 2007- está siendo revaluado por el equipo técnico de Mideplan yHacienda, por su alto costo fiscal y su eventual efecto negativo en el mercado laboral, en especial en el empleo formal. Esto es clave, pues el IEF estará dirigido a los trabajadores formales e informales.
"En el diseño que trabajamos el consenso está muy definido por el lado de las transferencias. Pero estamos evaluando otros incentivos al trabajo que podrían tomar una forma parecida a ese modelo(de la Comisión Meller), aunque no necesariamente un complemento al salario. Lo que estamos cautelando es que el ingreso ético familiar no distorsione el mercado laboral", sostiene el titular de Mideplan, Felipe Kast.
En su reemplazo, explican en el gobierno, se evalúa una nueva línea de transferencias monetarias condicionadas (subsidios en dinero con requisitos), vinculadas a la empleabilidadde las mujeres y asociada al cuidado y educación de los hijos.
"Es una de las alternativas que se están evaluando. Atacaría dos de los problemas más graves en los sectores a los que apunta el IEF: la casi nula empleabilidad femenina y la alta deserción escolar", precisa un experto del equipo técnico. El IEF es clave para cumplir la meta del gobierno de erradicar la extrema pobreza hacia 2014 yapunta al 20% más pobre. Su costo fiscal es de US$ 1.900 millones a US$ 2.000 millones en cuatro años.
REPAROS DE FONDO
La idea de un aporte fiscal al salario se basa en la propuesta del Consejo de Equidad de crear un subsidio de 30% a los ingresos del empleo formal para los que ganaran el salario mínimo o menos (ver claves). En principio, la actual administración estimó viable la idea paraarticular el IEF, pero la experiencia internacional (como el caso inglés, que está siendo revisado por sus autoridades) y las objeciones de los expertos académicos a este tipo de medidas, instalaron la duda en el gobierno. De hecho, la semana pasada, en una visita que realizó a Santiago, el Nobel de Economía James Heckman -toda una autoridad en materia laboral- hizo ver sus aprensiones alrespecto.
En el gobierno explican que el riesgo de un subsidio al salario apunta a las llamadas trampas de pobreza: el incentivo a declararse en esa condición para recibir ayuda estatal. Advierten que si se aporta a los trabajadores formales e independientes, pero también informales, en el último sector no habría motivación clara para buscar formalizar su condición laboral si es que no se lecondicionara a ello.
Pero la evidencia internacional también revela que la entrega de dinero sin condiciones distorsiona el mercado laboral, primero, porque no fomenta la productividad en los beneficiarios, pues eso implica potencialmente elevar su ingreso y salir del subsidio. Luego, no asegura más empleo, pues las empresas usan esos incentivos para reemplazar trabajadores (en especial cuando hay unaporte directo al empleador) o congelar salarios, ya que el Estado garantiza un alza. Clave en lo anterior es que el subsidio al empleo de los jóvenes de 18 a 24 años -impulsado por el gobierno de Bachelet en 2009- no ha funcionado según lo previsto. "No tuvo el efecto deseado de elevar la empleabilidad, sino más bien ha sido utilizado para suplementar o reemplazar empleo", afirma un experto...
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