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Páginas: 11 (2555 palabras)
Publicado: 10 de febrero de 2015
Salvo raras excepciones, los ensayos de combate político y literario tienen una vigencia efímera, porque los hallazgos de un polemista suelen caer en el olvido cuando las batallas que libra pierden actualidad. Por buenas y malas razones,Cómo leer en bicicleta de Gabriel Zaid, publicado en 1975, ha perdurado en la memoria de los lectores, y sigue siendo un libroesclarecedor para entender cómo funciona el mundillo de las letras, para qué sirve el poder cultural, quién busca debilitarlo, y cómo se puede construir una democracia desde los espacios libres de la opinión pública. La vacuna que ha inmunizado a este conjunto de ensayos contra las mudanzas del tiempo es su audaz combinación de libertad y rigor. A contrapelo de la glosa erudita que muchas veces encubre lafalta de ideas, Zaid confiesa desde el prólogo su ambición de recobrar el carácter heurístico del ensayo (es decir, su poder inventivo). Se trata, pues, de utilizar la imaginación como herramienta para convencer, en vez de apabullar al lector con el ceñudo gesto de la autoridad intelectual. De hecho, varios de los ensayos buscan sembrar en el lector una saludable desconfianza ante la autoridadque no se demuestre andando en la bicicleta.
Quizá la mayor virtud de Zaid como ensayista sea su talento para hacer extrapolaciones insólitas entre disciplinas remotas: la industria del elogio literario bajo la lupa irónica de un consultor financiero, la doblez del régimen echeverrista sometida al bisturí de un poeta satírico, los relevos generacionales de la élite intelectual, de Altamirano a losContemporáneos, vistos desde la perspectiva de un politólogo. Quien crea que la invención es un atributo exclusivo de los géneros “creativos” descubrirá en estos ensayos que la agudeza crítica puede ser igualmente pródiga en sorpresas que la poesía o la fabulación.
Pero esta obra de Zaid también está viva por motivos menos agradables, que sólo un masoquista o un militante del PRI pueden celebrar:el estancamiento de nuestra naciente democracia, donde sólo han cambiado las fachadas institucionales para garantizar la supervivencia del aparato corporativo y la impunidad de la corrupción, confiere a sus alegatos contra la “tenebra” oficial una dolorosa vigencia que debieron haber perdido en julio del año 2000. ¿Cuáles son los vasos comunicantes entre las pequeñas miserias de la repúblicaliteraria y los grandes atropellos del poder? En apariencia es un tanto anárquico o disonante reunir en el mismo libro las diatribas políticas de tono grave, dictadas por la musa de la indignación, y los textos mordaces de guerrilla literaria, en los que el autor denuncia, por ejemplo, la ridícula vanidad de una hispanista ayuna de reconocimiento (María del Carmen Millán) que pergeñó en los añossesenta un diccionario de escritores mexicanos donde le concedió más espacio a su ficha que a la de Sor Juana. Marrullerías de esta clase o travesuras como la de Martín Luis Guzmán, que trucaba las listas de libros más vendidos publicadas en la revista Tiempo para dárselas debest seller perpetuo, parecerían tener poca relevancia frente a la conmoción social provocada por las matanzas del 2 de octubre yel 10 de junio, o ante la demagogia esquizoide de un gobierno manchado de sangre cuyos funcionarios “denuncian valientemente, quién sabe contra quién, lo mal que están las cosas que tienen a su cargo”.
El ordenamiento de los ensayos de Cómo leer en bicicleta, donde se pasa de la diatriba burlona a la impugnación severa, sugiere, sin embargo, que para Zaid las pequeñas claudicaciones del gremioliterario ante el poder político, o ante el espejismo del éxito comercial, fortalecían la dictadura del partidazo en la medida en que debilitaban el poder de la inteligencia. Armar una antología de poetas en la que se privilegia a los amigos de la propia generación sobre los decanos del Parnaso es sin duda un delito menor comparado con las atrocidades cometidas por Díaz Ordaz en el 68. Pero en...
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