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Páginas: 12 (2983 palabras)
Publicado: 29 de mayo de 2010
Apenas se hubo constituido la Confederación de Clubes Liberales, cuyo fin como todos saben, es velar por el cumplimiento de la ley y hacer pacífica propaganda liberal, cuando se desataron contra los Clubes que la forman las más injustas persecuciones por parte de los dos poderes que ha conciliado la funesta política actual: el gobierno y el clero.
Conocidos como son entodo el país los atentados de que han sido víctimas los liberales de distintas partes de la República, y así, nada extraño es que al largo catálogo de injusticias que ya existe, se haya aumentado con otra más que perjudicó, no sólo a los miembros del Club Liberal Ponciano Arriaga, sino a otros individuos que sin serlo asistieron a la conferencia pública del Club, el viernes 24 de enero actual.
Lainjusticia patente; el atropello a las garantías individuales es un hecho; y al mismo tiempo que salta a la vista la premeditación y alevosía de los que prepararon los sucesos, se comprende la carencia absoluta de ingenio, la monumental estupidez con que se fraguó el plan de una emboscada, cuyos resultados han demostrado el abuso incalificable, brutal, de la fuerza contra el derecho.
Fácil escomprenderlo así, cuando se ve la relación exacta de los hechos, que es la siguiente:
El Club Liberal Ponciano Arriaga había anunciado su segunda conferencia pública para la noche del viernes 24 de enero.
Ese día, como a las 3 de la tarde, el señor Heriberto Barrón, acompañado del teniente Amado Cristo,. se presentó en la casa del señor Camilo Arriaga, con el pretexto de comprar 3 ejemplares deRenacimiento, que le fueron regalados. Preguntó si el Club celebraba todavía sesiones y si en ellas podía hablar cualquiera. El señor Arriaga le contestó que el Club anunciaba sus sesiones y que a ellas sólo asistían los socios; que a las conferencias públicas podía asistir el pueblo, pero que en ellas sólo hablaba el orador designado. Barrón y su acompañante se retiraron prometiendo asistir a laconferencia de esa noche. Y en efecto, como a las ocho y media se presentaron en el salón de sesiones en el que había bastante público. Cerca de ellos tomaron asiento individuos que parecían del pueblo a juzgar por su traje, eran un grupo de sargentos del 150. Batallón disfrazados. El más conocido fue el sargento 1° Emilio Penieres, que llevaba quizá la comisión más inícua.
A las ocho y trescuartos el ciudadano Presidente tocó el timbre abriendo la sesión, y el señor Julio B. Uranga se levantó para declamar su discurso teniendo que esperar unos momentos todavía, mientras que entraban y tomaban sitio algunas personas sospechosas que se presentaron al escuchar el timbre.
Una vez que reinó el silencio, el señor Uranga empezó su peroración, cuyo tema era la influencia del clero sobre elpueblo, la sociedad y el gobierno en general, pero sin hacer ninguna alusión personal, ni insultar en lo más mínimo a los Poderes Federales ni del Estado y sin dirigir tampoco ningún elogio al Club Liberal o a cualquier persona de nuestras ideas.
Su estilo fue reposado y los aplausos que conquistó no fueron arrancados por la vehemencia del lenguaje, sino por la verdad y solidez de los argumentos queexpuso a los dogmas con que el clero explota la ignorancia del pueblo.
Al terminar el señor Uranga su discurso, el presidente tocó el timbre levantando la sesión, pero en ese instante Barrón se levantó de su asiento, diciendo: Señor Presidente, pido la palabra, y sin esperar a que se le concediera como era de orden, empezó a hablar elogiando primero al señor Uranga y llamándose hipócritamenteliberal, pero degenerando después en una serie de insultos absolutamente personales al señor Arriaga, a quien dijo entre otras cosas que él (Barrón) como servidor del actual gobierno, preguntaba si era un liberal o un sedicioso y si presidía reuniones en que se ilustrara al pueblo o en que se le indujera a insultar a lo más sagrado de nuestra patria: como el señor Presidente de la República y como...
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