Diablo De Los Numeros

Hacia mucho tiempo que Robert estaba harto de soñar. Se decía: siempre me toca hacer el papel de tonto. En sus sueños le ocurría a menudo se tragado por un pez gigantesco y desagradable, y cuando estaba a punto de ocurrir llegaba a su nariz un olor terrible. O se deslizaba cada vez mas por un interminable tobogán. Ya podía gritar cuando quisiera ¡alto! O ¡socorro!, bajaba mas y mas rápido, hastadespertar bañado en sudor.
A Robert le jugaban otra mala pasada cuando ansiaba mucho algo, una bici de carreras como por lo menos veintiocho marcas. Entonces soñaba que la bici, pintada de color lila metálico, estaba esperando en el sótano. Era un sueño de increíble exactitud.
Con el tiempo Robert como defenderse de teles maldades. En cuanto la venia un mal sueño a toda prisa. Sin despertar: ahíestaba otra vez este viejo y nauseabundo pescado. Se muy bien que va a pasar ahora. Quiere engullirme. Pero estaba clarísimo que se trataba de un pez soñado que, solo puede tragarme en sueños, nada más. O pensaba: ya vuelvo a escurrirme por el tobogán, no hay nada que hacer, no puedo parar de ningún modo, pero no estoy bajando de verdad.
Y cuando aparecía de nuevo la maravillosa bici decarreras, o un juego para ordenador que quería tener a toda costa- ahí estaba, bien visible, a su alcance, al lado del teléfono-, Robert sabia que otra vez era puro engaño. No volvió a prestar a tención a la bici. Simplemente la dejaba ahí.
Hasta que un día apareció el diablo de los números.
Robert se alegro esta vez con un pez hambriento, y de no deslizarse de un interminable tobogán desde una torremuy alta y muy vacilante. En su lugar, soñó con una pradera. Lo curioso es que la hierba era alucina, tan alta que a Robert le llegaba al hombro y a veces a la cabeza. Miro a su alrededor y vio, justo delante de el, a un señor bastante viejo, bastante bajito, mas o menos como un sollozante que se mecía sobre una hoja de acedera y le miraba con ojos brillantes.
-¿Quién eres tu? –pregunto Robert.El hombre le grito, sorprendentemente alto:
-¡soy el diablo de los números!
Pero Robert no estaba de humor para aguantarle nada a semejantes enano.
-En primer lugar –dijo-, no hay ningún diablo de los números.
-¿ah, no? ¿Entonces por estas hablando conmigo, si ni siquiera existo?
-Y en segundo lugar, odio todo lo que tiene que ver con matemáticas.
-¿Por qué?
El diablo de los números se bajocon un elegante salto de su hoja de acedera y se sentó al lado de Robert, que en protesta se había sentido entre la hierba, alta como un árbol.
-dijo Robert-, el señor bockel, ese principiante que nos da matemáticas, siempre tiene hambre, a pesar de que esta gordo.
Cuando cree que no lo vemos por que estamos haciendo los deberes, saca una tensa de su maletín y se la devora mientras nosotrashacemos cuentas.
-¡vaya! – Exclamo el diablo de los números, sonriendo con sorna-. No quiero decir nada del profesor, pero la verdad es eso no tiene nada que ver las matemáticas. ¿Sabes una cosa? La mayoría de los matemáticos no saben hacer cuentas. Además, les da pena perder el tiempo haciéndolas, para eso están las calculadoras.
No hay nada que objetar de un poco de práctica con las tablas.Puede ser muy útil por si se queda sin pila. ¡Pero las matemáticas, ratoncito, eso es muy diferente!
-Solo quieres que cambie de idea – dijo Robert-. No te creo si me agobias en sueños con deberes, gritare. ¡Eso se llama malos ratos a menores!
-Si hubiera sabido que eres tan cobardica – dijo el diablo de los números – no habría venido. Al fin y al cabo, no quiero más que charlar contigo un poco. Lamayoría de las veces estoy libre por las noches, así que pensé: Pásate a ver a Robert, seguro que esta harto de bajar siempre el mismo tobogán.
- Cierto.
- ¿Lo ves?
-Pero no voy a dejar que me tomes el pelo – grito Robert-. Que no se te olvide.
Pero entonces el diablo de los números se puso en pie de un salto, y de repente ya no era tan bajito.
-¡Así no se le habla a un diablo! – grito....