Dialectica
22abril2012
Pisar la cabeza de nuestro interlocutor que nos contradice o, del que incluso ante de que hable, tenemos ya señalado una equis eliminatoria es un sentimientoescasamente honorable, pero del que no estamos exentos.
El tono de tertulias radiofónicas y de algunos programas muy vistos de presuntos intercambios de opinión está repleto de esa actitud que ellenguaje corporal de los interlocutores resalta y la algarabía del gallinero expande.
Todas las personas son dignas de respeto, pero no todas las expresiones de opiniones y sentimientos engrandecenemisor.
Como no soy amigo de la censura, sino de la cordura, mi invitación de hoy es compartir esfuerzos para buscar la verdad juntos (diálogo) y reconducir voluntariamente al sosiego lo espacios debatalla verbal donde todos somos perdedores (lucha dialéctica).
Se podrá decir, y con razón, que los españoles somos pasión y vehemencia; que nos gusta la metáfora exagerada y la grandilocuencia en elverbo. También cierto. Pero esas discusiones donde, como en un incidente de tráfico urbano se busca la mirada del otro para odiarlo, no reflejan un desvelamiento de la verdad, sino derrotar al otro ypisar su testa, si es posible separada del cuerpo.
¿No es hora ya de que desde todos los ámbitos de responsabilidad mediática, en uso de la libertad y en redescubrimiento de lo admirable, se haga unacampaña sostenida a favor de los españoles, de todos los españoles en su lenguaje?
Y esa campaña, no puede ser la vacía evocación e una libertad sin responsabilidad, o de una democracia convertidaen “odiocracia” laminadora de la unidad. Sustituir la dialéctica por la dialógica parece ser hoy una necesidad para cada uno de nosotros y para el conjunto, tanto más necesaria cuanto más difícil seala solución de los problemas.
La cabeza no es para pisarla ni para utilizarla como ariete, sino para contener el centro de emisión, visión, audición, recepción, tratamiento y participación en lo...
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