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PREFACIO

DIDEROT O LA POLÍTICA EXPERIMENTAL
Por JACQUES PROUST

El pensamiento político de Diderot, considerado en sí mismo, no es de
los más originales. No ha dejado, como el de Montesquieu o Rousseau,
huellas decisivas en la mentalidad o las instituciones de su tiempo. Los artículos de la Enciclopedia, las contribuciones a la Historia de las dos Indias,
los textos escritos para Catalina II, elEnsayo sobre los reinos de Claudio y
Nerón parecen además hechos de piezas y fragmentos tomados de los antiguos y modernos teóricos del Derecho natural o plagiados de los fisiócratas. No carecen de contradicciones. Todo esto impide componer con ellos,
incluso a posteriori, el equivalente a El espíritu de las leyes o al Contrato
social. No hay que sorprenderse: Diderot detestaba sistematizar, eneste
terreno como en otros.
Si del análisis de los escritos de Diderot no se puede extraer una teoría
política, es posible, sin embargo, extraer una auténtica filosofía de los presupuestos de su práctica, el equivalente en política a lo que él, en la Interpretación de la naturaleza, denomina una «filosofía experimental».
La filosofía política de Diderot se formó en primer lugar en y para laEnciclopedia, de 1748 a 1765. No me refiero aquí (ya lo he hecho en
otras ocasiones) al camino intelectual recorrido desde el artículo Autoridad
política de 1751 a las Reflexiones sobre una obra publicada con motivo de
la renuncia voluntaria de Rousseau a su derecho de ciudadano de Ginebra (1764), pasando por la Apología del abbé de Prades (1752), el artículo Derecho natural (1755) y la crítica de ElEspíritu de Helvetius (1759).
Entiendo la creación de un auténtico partido enciclopédico, a la vez próximo y, sin embargo, muy alejado de nuestros partidos modernos. Compuesto por los casi doscientos colaboradores del diccionario y por los cuatro
mil suscriptores de la primera edición, este partido tuvo en común con los
nuestros el proyecto de promover y expresar lo que denominamos la opi-

Revista deEstudios Políticos (Nueva Época)
Número 41, Septiembre-Octubre 1984

JACQUES PROUST

nión pública. Funcionó incluso como un grupo de presión citando fue lo
bastante poderoso como para empujar las puertas de la Academia francesa y para hacer entrar a algunos de los suyos en los círculos de la administración y el gobierno. El partido enciclopédico se diferenciará, sir embargo, de los nuestros enel sentido de que no tenía necesidad de aparato
y menos aún de líder. Diderot no presenta nunca las ideas- de un demócrata,
pero hizo algo mejor, edificando con sus colaboradores y sus lectores el
modelo de una verdadera república. Fue una república utópica sin duda,
puesto que era incapaz de crear una alternativa real, incluso a medio j lazo,
a la situación existente. Pero al contrario que lasutopías folletinesca:; por
las que el siglo se apasionó, tenía el mérito de la verosimilitud. Ei e la la
autoridad no dependía ni de los títulos ni del rango, sino de la capacidad,
y la del artesano era tan estimada como la del sabio o d jurista. En una
sociedad sin clases ni estamentos, unida por la única preocupación le lo
que Diderot llamaba la «utilidad común», el perfecto ejemplo de un contratovoluntaria y libremente suscrito por todos y cada uno de los mieribros
del colectivo. Unida en la lucha contra cualquier forma de tiranía, de dagma
y de arbitrismo, la república enciclopédica no sugería, pues, .a imagen de
un ejército, donde las voluntades individuales deben ser reprimidas ante la
necesidad de fundirse en una sola para vencer. Los enciclopedistas no eran
de los que dejan para mástarde la realización de los ob etivo3 que proclaman. Intentaban, por el contrario, practicar incluso en la Enciclopedia la
libre confrontación de opiniones y la libre difusión de información qu; son
esenciales en toda vida democrática.
Terminada la Enciclopedia (prácticamente lo estuvo cuando se distribuyeron los diez últimos volúmenes de los textos, en 1766), Diderot naturalmente no abandenó...