Dialnet LaAntropologiaSocialComoCiencia 1057131
POR
LUIS ÁLVAREZ MUNÁRRIZ
El objetivo de esta contribución es reflexionar sobre el estatuto científico de la
Antropología Social. Fue un ideal de los antropólogos clásicos hacer de este saber una cien
cia. Es actualmente una necesidad. Se hace una propuesta que podría permitirnos recuperar el carácter científico de esta disciplina. El núcleo de esta propuesta se halla en la construc
ción y / o perfeccionamiento de modelos culturales en cuya elaboración se siguen tres fases:
descriptiva, reflexiva y prospectiva.
This paper deals with the scientific status of social anthropology. Reflecting on this
issue, a project already started by classical anthropologists, must be a priority. In this work, a proposal that would allow us to recover the scientific statis of the discipline is put forward.
The core of the proposal consists in the construction and / or improvement of cultural mod
els according to three (descriptive, reflexive and prospective) stages.
Una de las grandes aspiraciones de los antropólogos clásicos fue hacer de la Antropología social una “ciencia” que pudiera ser incluida en el catálogo de las cien
cias por derecho propio, es decir, por poseer un objeto específico de estudio —los
modos de ser, pensar y actuar del hombre culturalmente regulados—, técnicas de
investigación propias —el trabajo de campo y la comparación— y la consiguiente
aplicación de este saber al ámbito de la sociedad. En este contexto hay que situar las aspiraciones de Tylor de construir una ciencia natural de la vida humana, los inten
tos de Spencer y Murdock de hacer de nuestra disciplina una “sociología compara
da” de alcance mundial, la propuesta de RadcliffeBrown de caminar hacia la cons
trucción de una ciencia teórica y natural de la sociedad humana, y el ideal de
Malinowski de elaborar una teoría científica de la cultura. Para alcanzar este objeti vo LéviStrauss proponía que fuese una meditación atrevida en la que se tuvieran en
cuenta las tendencias que estaban apareciendo en el saber y en cuya tarea la imagi
nación debería jugar un papel esencial.
Tales ideales no solamente fueron indefinidamente postergados, sino que además
han sido explícitamente rechazados por la antropología posmoderna de corte herme néutico y reflexivo. Este proyecto fue considerado como una tarea ficticia, imposible
y además de corte racionalista (Geertz: 2000, 13). Pero el panorama de la ciencia está
cambiando. Empezamos a superar la fiebre posmoderna, a reconocer su carácter fun
damentalista, a rechazar los embates de esta corriente anticiencia. Ello nos da el cora
je suficiente para volver a plantear cuestiones de gran calado y alcance teórico sin
que nos asuste el que sean tachadas de “metanarrativas”. Realizar esta tarea hasta
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Sección de Antropología Social
ahora despreciada es un reto importante, pero sobre todo una necesidad en el campo
de la Antropología Social, a la que se acusa no solamente de letargo teórico, sino de
estar al margen de las actuales avances y aportaciones sobre el ser humano, de los cuales no debería prescindir nuestra disciplina (Llobera: 1999, 42). Estas acusacio
nes nos están obligando a retomar y reflexionar sobre el estatuto científico de la
Antropología Social, nos están invitando a hacernos las siguientes preguntas: ¿Por
dónde se están adentrando las ciencias de hoy? ¿Cuáles son las tendencias que poco
a poco se están consolidando en la ciencia? ¿Qué impacto y qué interés tienen para
la Antropología Social las nuevas tendencias? ¿Pueden ayudar a la elaboración de
una teoría científica de la sociedad y la cultura como propugnaron los clásicos de la
Antropología? Y, supuesto que no se ha hecho realidad esta aspiración, cabe pregun
tarse: ¿merece la pena mantener este ideal? Son preguntas que es necesario hacerse ...
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