Dialogos De Lengua

CANTO DECIMONONO
DANTE: -¿Quién es aquel, maestro, que se abraza y grita más que sus compañeros de infortunio? ¿Y por qué le atormenta la llama más ardiente y roja?
VIRGILIO: -Si quieres que te lleve hasta aquel borde inferior, sabrás de sus propios labios quién es y cuáles sus errores.
DANTE: -Me parece excelente que te plazca: tú eres el señor y sabes que no me aparto de ti y de tu voluntad,y sabes además lo que en silencio paso.
DANTE: -Seas quien seas, alma dolorida que escondes la parte superior del cuerpo en ese hoyo, háblanos si puedes.
ALMA:-¡Qué! ¿Ya estás ahí? ¿Ya estás ahí Bonifacio? Desde hace años me engañó el libro del futuro. ¿Ya te has saciado de riquezas, de haber engañado a la Iglesia y de haber hecho con sus bienes simonía?
VIRGILIO: -Dile inmediatamente:“No soy aquél, no soy aquel que esperas”.
ALMA: -Entonces ¿qué es lo que de mi deseas? Si tienes tal deseo de saber quién soy que hasta esta honda sima llegaste, te diré que revestí el supremo manto y fui de la familia Orsini; deseoso de acrecentar la fortuna de los míos y de amasar dinero, vine a dar en este pozo. Bajo mi cabeza están quienes me precedieron la simonía, ocultos en las hendiduras deestas piedras. Allí mismo caeré yo cuando venga aquel a quien confundí contigo. Pero a él no le durará tanto como a mí el tormento y la postura de estar cabeza abajo y pies arriba, porque después de él vendrá de Poniente otros de peores obras, un pastor sin ley, que nos ocultará a él y a mí. Nuevo Jasón será, de quien se lee en el libro de los Macabeos; y así como a aquél fue demasiadocondescendiente su rey, así lo será para éste quien manda en Francia.
DANTE: -Dime ahora: ¿cuánto dinero pidió Cristo a San Pedro antes de entregarle las llaves? Cierto, no le dijo más que: “Sígueme”. Ni Pedro ni los demás apóstoles pidieron a Matías oro o plata cuando fue elegido para ocupar el puesto que dejó el malvado traidor. De manera que quédate ahí, que justo es tu castigo; y quédate con la amargamoneda por la que te enfrentaste con el rey Carlos. Y si no fuera porque me lo veda la reverencia a las excelsas llaves que en vida recibiste, más duras palabras te diría; porque vuestra avaricia entristece al mundo, pisoteando a los buenos y elevando a los malvados. A vosotros os juzgó ya el evangelista cuando a aquella que se asienta sobre las aguas vio venderse a los reyes como una mujerzuela:la misma que había nacido con las siete cabezas y en los diez cuernos poseyó su fuerza, en tanto que a su esposo plugo seguir los caminos de la virtud. Os habéis hecho un dios del oro y de la plata: ¿y qué otra diferencia os separa de los idólatras, sino que ellos adoran a uno y vosotros a cien dioses? ¡Ay, Constantino, de cuánto mal fue causa no tu conversión, sino aquella dote que recibió de tiel primer rico pontífice!

CANTO VIGÉSIMO
VIRGILIO: -¿Eres acaso aún de los tontos que se apiadan? Aquí es piadoso mostrarse sin piedad. Pues ¿quién es más criminal que aquel que se duele del juicio divino? Levanta la cabeza, levántala y mira a aquel bajo cuyos pies se abrió la tierra de los tebanos, mientras ellos gritaban: “¿A dónde ruedas, Anfiarao? ¿Por qué dejas la guerra?”. Y no dejó derodar por el abismo hasta encontrarse ante Minos, que de todos se apodera. Mira cómo de sus espaldas ha hecho pecho: porque quiso ver demasiado hacia delante, ahora mira hacia atrás camina a la inversa. Mira a Tiresias, que cambió de aspecto cuando pasó de varón a hembra y mudó todos sus miembros por haber separado a dos sierpes amorosas; y tuvo que volver a hacerlo con su vara para recuperar elvaronil aspecto. Aquel otro es Arontas, que apoya la espalda al vientre de Tiresias, que en los montes de Luni, que surca el Carrarese albergado en su fondo, tuvo entre blancos mármoles su cueva, desde donde podía ver sin obstáculos el mar y las estrellas. Y aquella que se cubre los pechos, que tú no puedes ver, con las sueltas trenzas, y tiene la piel vellosa como un hombre, fue Manto, que vagó...