Diario De Una Rescatista
“El atardecer y el amanecer unidos por una sonrisa”
Por: María Cristina Maturana San Martín
En una cálida tarde de verano, sentada en mi jardín mirando el atardecer, se vienen a mi mente
recuerdos de una vida plena. Y luego me veo ahora, un poco desorientada ante un futuro alejado
de lo que ha sido mi vida y que hoy es casi una añoranza.
Actualmente soyuna profesora jubilada y aun cuando parezca increíble, pienso en cómo extraño a
los niños, mis pequeños estudiantes inquietos, juguetones y llenos de preguntas. Y a pesar de
saber que hoy muchos ya son grandes profesionales, padres de familia, siguen formando parte de
mi memoria.
Es muy difícil para una profesora cortar ese cordón umbilical que une a los niños. En mi caso ya
estabatomada la decisión, sentada en el jardín, reflexionaba cuán difícil sería olvidar ese gran
momento de marzo que traía el sonido de la campana y unos ojitos asustados, que ansiosos
esperaban conocer a la profesora que les enseñaría sus primeras letras.
No sé qué me da más miedo. ¿Dejar a los niños o ser una vieja inútil a los ojos de la sociedad?
Pero la vida trae sorpresas y en mediode mis pensamientos, el silencio es interrumpido por el
teléfono. No veo el nombre del contacto, aun así, lo contesto.
Mi interlocutor me saluda. Desconozco en ese momento con quien hablo, pero él si me conocía y
que me pregunta:
-“ ¿Cómo estamos para enseñar a leer?”
-“¿A quién? ¿Dónde?...” y se me olvidaba la palabra clave “¿Con quién hablo?”. No entendía
mucho pero una sonrisaempezaba a esbozarse en mi cara. Mi interlocutor continuaba hablando,
“¿No es en la ciudad? ¿Dónde?”, pregunté.
Y escuché una risa que sí era conocida. No podía ser otra persona que quien decía constantemente
“Sí, todos los niños pueden leer” invitándome a participar de un gran d desafío. Sólo había una
respuesta posible:
-“¿Cuándo empezamos?”
Todo en un segundo cambió… Se vinoa la cabeza la pregunta del millón ¿Dónde guardé mi material de colegio?
Tras eso, todo fue un torbellino de ideas, preguntas que se irían aclarando en el camino, yo sólo
me repetía: “¡los niños, los niños, mi vida!”
Llegó el tan esperado día. Luego de una reunión se me asignó la escuela que efectivamente
quedaba retirada de Temuco, para ser más precisa, en una zona rural.
Se measignó el día de visita, que además sería el día de partida.
Todo tiene que llegar y así fue.
Partí en bus y aproveché de recrearme con los diversos verdes que acompañaban el camino, unas
carretas y un perro caminando por el camino, el que seguramente buscaba su hogar, luego la
señalización de “Zona de Escuela” y me preparé para el gran encuentro.
La escuela era pequeña muy similar auna casa, se veía un gran patio con juegos de niños, dos
gatos tomando sol en los peldaños de una pequeña escalera y un sabroso olor a papitas fritas, las
que seguramente se venderían en el recreo.
Me presenté ante el Director, quien me contó sobre los alumnos de Primer año. Llamó a su
profesora, la que me recibió muy gentilmente y me pidió que la acompañara a su sala.
Y ahíestaban esos maravillosos ojitos anhelantes del saber, esperando por las letras que parecían
inundar el ambiente.
Todos en coro me saludan “Buenos días Sra.” (con un dejo cantadito). Me sonrío y respondo a su
saludo, mientras la Sra. Emilia, profesora, les explica que vengo a apoyar a los alumnos del curso
para que puedan pronto leer.
Ellos entre risas y gritos me dicen que ya leen lasvocales. Los felicito, pero les explico que hay más
que vocales en esta familia: “también están las consonantes, las que juntitas nos permiten formar
palabras y leerlas” les digo, mientras ellos se ríen.
Me dan una sala y uno a uno empiezan a llegar los pequeños, que en este caso serían cinco
alumnos: tres niñas y dos niños. Observo las paredes, llenas de recortes, láminas y afiches...
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