Diario Mural
“Hoy he visto a mi amante. No me canso de pensarlo, de repetirlo en voz alta. Necesito escribir; hoy lo he visto, hoy lo he visto. Sucedió este atardecer, cuando yo me bañaba en el estanque.
De costumbre permanezco allí largas horas, el cuerpo y el pensamiento a la deriva. A menudo no queda de mí en la superficie, más que unvago remolino; yo me he hundido en un mundo misterioso donde el tiempo parece detenerse bruscamente, donde la luz pesa como una substancia fosforescente, donde cada uno de mis movimientos adquieresabias y felinas lentitudes y yo exploro minuciosamente los repliegues de ese antro de silencio. Recojo extrañas caracolas, cristales que al traer a nuestro elemento se convierten en guijarrosnegruzcos e informes. Remuevo piedras bajo las cuales duermen o se revuelven miles de criaturas atolondradas y escurridizas.
Emergía de aquellas luminosas profundidades, cuando divisé a lo lejos,entre la niebla, venir silencioso como una aparición, un carruaje todo cerrado. Tambaleando penosamente los caballos, se abrían paso entre los árboles y la hojarasca sin provocar el menor ruido.Sobrecogida, me agarré a las ramas de un sauce y, no reparando en mi desnudez, suspendí medio cuerpo fuera del agua.
El carruaje avanzó lentamente hasta arrimarse a la orilla opuesta del estanque. Una vez allí, los caballos agacharon el cuello y bebieron, sin abrir un solo círculo en la tersa superficie.
Algo muy grande para mí iba a suceder. Mi corazón y mis nervios lo presentían.
A unaventanilla estrecha, vi, entonces, asomarse e inclinarse, para mirarme, una cabeza de hombre.
Reconocí inmediatamente los ojos extraordinariamente claros, el rostro moreno de mi amante.
Quise llamarlo,pero mi impulso se quebró en una especie de grito ronco, indescriptible. No podía llamarlo, no sabía su nombre.”
“La última niebla está inspirada en haber tenido un amante que nunca tuve…” ...
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