Diaz Guerrero
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mexicana.
Tres precursores
La
En capítulo 2 vimos cómo la psicología transcultural en la década
de 1960 y la psicología cultural en la década de 1990 coinciden en la decisiva importancia de la variable cultural para alcanzar un conocimiento
más completo y preciso del comportamiento humano. Con cierta frecuencia esos autores explican lo tardío del reconocimiento de la cultura
parala ciencia psicológica, e indican que a los psicólogos les sucedió lo
que a los peces que serían incapaces de descubrir el agua.
Es factible que los mexicanos, que en esa terminología son mayoritariamente anfibios, mestizos de dos sangres y de dos culturas, cayeron mucho más pronto en cuenta de lo imprescindible de la cultura
para entender la manera de ser y de conducirse. De hecho, el generalmenteconsiderado como el primer psicólogo de México, Ezequiel A.
Chávez (1901), publica un largo ensayo sobre los rasgos distintivos del
carácter del mexicano y busca diferenciar entre el indígena, el mestizo
y el criollo mexicanos. Hay pues conciencia de una cultura mexicana
distintiva y varias subculturas factibles.
Samuel Ramos (1934) publica 30 años más tardeE/perfil del hombre y de la cultura enMéxico. De manera inesperada destaca al ser humano, su manera de ser y su psicología como esencial para entender el
tipo de cultura. Al mexicano lo caracteriza un complejo de inferioridad
que en la cultura se refleja por su tendencia a la imitación de otras culturas. Es interesante que Samuel Ramos utilice la psicología de Alfred
Adler para entender la conducta cotidiana de los mexicanos.Seguramente inspirado por la visión de Ramos, Octavio Paz publi-
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Cap. 3. La aportación mexicana. Tres precursores
ca su exitoso libro El laberinto de la soledad. En 1995 miembros destacados de varios departamentos de la Universidad de las Américas de
Puebla, decidieron convocar un coloquio con el título de "El Laberinto
de la Soledad, Octavio Paz, en paz ya con su obra" que se llevó a cabo
del27 al31 de marzo de ese año. Además de invitar al interfecto, invitaron a varios intelectuales, y a mí se me pidió que diera una conferencia
para exponer, como psicólogo, mi punto de vista acerca precisamente
de El laberinto de la soledad.
hlicié mi presentación citando la opinión acerca del1ibro, del Doctor
en Ciencias por la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, y profesor
del InstitutoPolitécnico Nacional, Santiago Cendejas Huerta (1992). En
s~ artículo, del que ahora tomo algunos de los párrafos pertinentes, exphca las vergüenzas que pasó en el extranjero a causa del famoso libro de
Paz:
"Un día, cuando estaba en Inglaterra, una señora muy gentil que entró en !:elación conmigo, tuvo la amabilidad de invitarme a comer y pasar
el dommgo con su familia. Yo había conocido a esta señora enla universidad donde era maestra de ciencias sociales. Una de las cosas buenas de
b vida académica en Inglaterra, al menos de acuerdo con mis experienctas, era el que a los ingleses les gustaba mucho invitar a los estudiantes
extranjeros, para saber un poco del mundo y tal vez comenzar a considerar algunas futuras vacaciones.
Antes de que llegara el domingo de la invitación, con el objeto de saberun poco acerca del mexicano que iba a ir a comer a su casa, mi amiga
se fue a la biblioteca a conseguir algunos libros sobre México. Ahí le facilitaron el libro de Octavio Paz, que en inglés se llama The labynnth ofsolitude.
Como resultado de esta indagación previa sobre Méxi,eo, mi amiga
desc':brió mi supuesta personalidad y cuando llegué el domingo, se la
pasó mdagando cómo le hacíamos losmexicanos para sobrevivir a pesar
de padecer la desgracia de ser hijos de la nada. De lo anterior, ella había
quedado bien informada después de la lectura del libro de Octavio Paz.
A los familiares de mi amiga, que eran un poco menos académicos, no
les resultó nada difícil explicar los problemas de México, con base en
esta razón. Las teorías de la explotación de unos países sobre otros, o incluso...
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