Dick Philip K

Páginas: 17 (4205 palabras) Publicado: 28 de noviembre de 2015
HUMANO ES
Philip K. Dick



Los ojos azules de Jill Herrick se llenaron de lágrimas. Miró a su marido con indecible horror.
—Eres... ¡Eres horrible! —aulló.
Lester Herrick continuó trabajando, disponiendo notas y gráficas en montones precisos.
—Horrible es un juicio de valor —afirmó—. No contiene informa­ción objetiva. —Envió un informe grabado sobre la vida parasitaria de Centauro mediante lacomputadora de su escritorio—. Una simple opinión. La expresión de una emoción, nada más.
Jill se dirigió con pasos vacilantes hacia la cocina. Movió la mano para poner en marcha la cocina. Las cintas transportadoras de la pared cobraron vida con un zumbido y expidieron alimentos pa­ra la cena desde los congeladores subterráneos.
—¿Ni siquiera por un tiempo breve? —suplicó a su marido por úl­timavez—. ¿Ni siquiera...?
—Ni siquiera por un mes. Díselo cuando venga. Si no te atreves, yo lo haré. No quiero tener a un niño dando vueltas por aquí. Tengo demasiado trabajo. Este informe sobre Betelgeuse XI ha de estar listo dentro de diez días. —Lester introdujo una cinta sobre utensi­lios fosilizados de Fomalhaut en el ordenador—. ¿Qué le pasa a tu hermano? ¿Es incapaz de cuidar a su propiohijo?
Jill se frotó sus ojos hinchados.
—¿Es que no lo entiendes? ¡Quiero que Gus venga! Le pedí a Frank que le diera permiso. Y ahora, tú...
—Me sentiré muy feliz cuando cumpla la edad de ser entregado al gobierno. —Lester hizo una mueca de desagrado—. Maldita sea, Jill, ¿aún no está preparada la cena? ¡Han pasado diez minutos! ¿Qué le pasa a esa cocina?
—Está casi a punto.
En la cocina se encendióuna luz roja. El robocamarero había surgido de la pared y esperaba para recoger la comida.
Jill se sentó y se sonó con furia. Lester seguía trabajando en la sala de estar, imperturbable. Su trabajo. Sus investigaciones. Día tras día. Lester se estaba labrando un brillante futuro; no existía duda. Su cuerpo flaco se hallaba inclinado como un resorte espiral sobre la computadora; sus fríos ojos grisesasimilaban febrilmente la informa­ción, analizaban, calculaban. Sus facultades conceptuales funciona­ban como una maquinaria bien engrasada.
Los labios de Jill temblaban de rencor y desdicha. Gus... El pe­queño Gus. ¿Cómo iba a decírselo? Nuevas lágrimas anegaron sus ojos. Nunca vería de nuevo a la rechoncha criatura. Nunca podría volver..., porque sus risas y juegos infantiles molestaban aLester. Interferían en sus investigaciones.
La luz de la cocina pasó a verde. La comida salió expedida a los brazos del robocriado. La cena fue anunciada por leves tintineos.
—Ya lo oigo —rezongó Lester. Desconectó la computadora y se puso en pie—. Supongo que llegará mientras estemos cenando.
—Puedo videofonar a Frank y pedirle...
—No. Lo mejor será darlo por concluido cuanto antes. —Lester movió lacabeza con impaciencia en dirección al robot—. Muy bien. Sírvenos. —Sus labios finos se fruncieron de cólera—. ¡No pierdas el tiempo, maldita sea! ¡Quiero volver a mi trabajo!
Jill reprimió sus lágrimas.

El pequeño Gus entró arrastrando los pies cuando terminaban de cenar.
Jill lanzó un grito de alegría.
—¡Gussie! —Se precipitó a estrecharle entre sus brazos—. ¡Estoy tan contenta de verte!—Cuidado con mi tigre —murmuró Gus. Dejó caer sobre la alfom­bra su pequeño gato gris, que corrió a refugiarse bajo el sofá—. Se ha es­condido.
Lester echó chispas por los ojos mientras contemplaba al niño y el extremo de la cola gris que sobresalía del sofá.
—¿Por qué le llamas tigre? No es más que un vulgar gato calle­jero.
Gus se revolvió, ofendido.
—Es un tigre. Tiene rayas.
—Los tigres son amarillos ymucho más grandes. Ya es hora que aprendas a llamar a las cosas por su nombre.
—Por favor, Lester... —suplicó Jill.
—Cállate —le espetó su marido—. Gus es lo bastante mayor para desechar ilusiones infantiles y desarrollar una orientación realista. ¿En qué fallarán los analistas psíquicos? ¿Acaso no eliminan estas tonterías?
Gus corrió a tomar su gato.
—¡Déjale en paz!
Lester contempló el...
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