Diez Tareas Para La Ciencia Política O El Tobogán De Küppers
Mauricio Saldaña Rodríguez
La ciencia política no ha llegado a su fin; simplemente ha modifi- cado su forma de jerarquizar conocimiento y acción a la luz de la posmodernidad, sugiere el autor de este ensayo. Y como muestra, exhibe un amplio catálogo de pendientes que esperan ser atendidos por la ciencia-encrucijada, como diríaMaurice Duverger.
Mauricio Saldaña Rodríguez es catedrático-investigador de la
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.
Harald Küppers se hizo famoso por su teoría de los cuerpos geo- métricos de color; en ella, el autor expone que el romboedro es la representación geométrica de las leyes de la visión; es decir que, a partir de un modelo geométrico de tres vectores, cada uno deellos representará un color primario. Diríase que el modelo de Küppers es una representación geométrica de la visión, del órgano de la vista y por consiguiente, de la idealidad cromática, puesto que deduce los orígenes, las combinaciones y las sensaciones que cada color pro- duce. El romboedro es la piedra filosofal del color, pues. Pero, ape- nas nos sentimos felices por tal revelación, sentimosla llegada del desencanto: si el romboedro supone la totalidad cromática, segura- mente en tal figura geométrica se cumple a cabalidad la ley del paralelogramo de fuerzas, por lo que la ubicación de todos y cada uno de sus puntos sería correspondiente al código de los colores pri- marios de la línea pertinente. En el caso de la ciencia política, pasa algo semejante: el politólogo cree que laciencia-encrucijada cubre
la totalidad de sus intereses y resulta que no es así. Vea el lector si 95
no:
–aprendimos que la ciencia política revisa las estructuras sociales en base a estratificaciones, postulados y otros mecanismos de traba- jo; en la actualidad, las estructuras sociales han cambiado de tal forma que se han desdibujado como los focos temáticos que solían ser. Nulle montagnesans vallée.
–pensábamos que el modelo de modernidad seguiría funcionando de la misma manera que nuestra metodología crítica: mostrándose a
paso lento, haciéndose fácilmente identificable por las secuencias epistemológicas que deja sembradas en el camino.
–llegamos a suponer que el concepto de globalización cabría cómodamente en las categorías de análisis político, sin suponer grandesriesgos que anunciaran un agotamiento de la pormenoriza- ción metodológica.
–y nos bebimos el cuento aquél del modelo político de conflicto- concertación que sería capaz de hacer comprensible cualquier per- turbación de los componentes de la comunidad internacional.
Y todo falló. Los cuatro paradigmas explicativos sobre los que construimos el edificio (el pensamiento) de la ciencia políticaexhi- ben su derrota ante la chacota mórbida de la posmodernidad y que se hace acompañar de una incómoda compañera: la maximización de derechos por cuenta de la evasión de los deberes, como diría Lipovetsky. Luego entonces, uno pensaría que la ciencia política como tal está condenada a la desaparición; semejante afirmación no es algo más que un estentóreo petardo en función a que ya hemos vividoal menos tres crisis similares, en apenas un siglo y fracción. Me explico.
1. La primera se da en términos del abandono del Derecho por parte de la ciencia política; es decir, que se hace a un lado el con- cepto de una teoría política normativa (una especie de pegote social a la técnica jurídica), lo que llegó a provocar laberintos verdadera- mente intrincados: el constitucionalismo y elinstitucionalismo. Así las cosas, para el abogado metido a politólogo, el problema de la Política se resolvía a la luz de dos linternas: estableciendo la distan- cia que los actores políticos mantenían con respecto a las obligacio- nes y derechos de la constitución, o bien analizando a las institucio- nes sociales y la relación de las personas con aquellas. De este con- flicto, la ciencia política no...
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