Digital love

Digital love

Las palabras desgarraron el velo de la madrugada con su desencanto. Sentado en la sala de espera de aquella terminal, me pregunté una y otra vez: ¿Será que todo esto concluirá con un beso moribundo a la deriva de la noche? ¿O será sólo acaso que no hemos nacido todavía?
El grito de la alienación es escupido por el filtro de un sucio y distorsionado micrófono. A lo lejos seescucha la voz de un delirante profeta que canta con la reverberación de los iluminados. Predica un oscuro evangelio que clama con desesperación el acento de la angustia y el dolor contenidos en el alma. Ian Curtis es azotado por el látigo de violentos temblores, los divinos resplandores de la epilepsia lo van consumiendo con la brutalidad de cada frenético ataque. Las lúgubres notas parecen deslizarsecomo una soga que desciende lentamente sobre su cuello. Stroszek y the idiot son el epitafio perfecto para una gris y accidentada existencia.
Vírgenes suicidas, Joy Division es la sinfonía de la desesperanza y el nihilismo en movimiento. De la angustia del amor todo lo que queda es la iluminación a medias y la resaca producida por la eterna ausencia del ser amado. Todo se reduce a lassobredosis, navajas de afeitar cruzadas sobre la piel y el frío cadáver de algún punk tirado en un charco de sangre. Todo es miseria del alma compartida y unas cuantas pastillas de Prozac para adormecer un sendero que es siempre atormentado por extrañas pasiones.
“Love will tear us apart”. Cierro los ojos y no puedo evitar pensar en ella, en ella y en mí. Todo da vueltas y me siento caer por algunosinstantes en la estática del dolor, pero al final viene a rescatarme ese jubiloso y egoísta amor que siento por mí mismo.
Sus dientes hundidos sobre mi carne y un tímido beso en los labios son el recuerdo del día siguiente. Cuando regreso a casa muy temprano por la mañana, leo una y otra vez con absurda desesperación su último mensaje, para descifrar los significados ocultos. La faz del silenciotiene a veces el aspecto de una máscara trágica. Algo me dice que quizá no volveremos a vernos nunca.
Como me atormentaba verla pintarse con ese labial rojo. Simplemente no resistía la lujuriosa tentación de besar sus tiernos y sonrosados labios. En su sadismo me pidió con arrogancia que sólo cerrara los ojos. Sabía que no podría soportar jamás tanta belleza sin codiciarla. Sus hermosos gestos sealegraban de mi doloroso deseo y se vislumbraba un brillo indefinible en la pupila de sus ojos. Su actitud premeditada hacía la continencia sin duda me había arrebatado una gran sonrisa. Pero en el fondo no podía evitar pensar que esos labios aún le pertenecían a otro, como ella misma lo había confesado. Noté que su mirada se perdía por algunos instantes sobre su costado izquierdo. Sabía que algomarchaba mal puesto que yo estaba ahí y ella estaba ausente. Ahí es donde me pregunté si verdaderamente yo era todo lo que ella había imaginado. Entre las palabras forjadas por el delirio de la imaginación y el primer encuentro entre nosotros, sentía que se había abierto un infranqueable abismo. No obstante, dijo quererme realmente. Me asome en la profunda claridad de sus ojos, y le creí.
Flor deloto, mi boca ebria se escurría torpemente sobre su cuello y tejía rosarios carnales sobre sus mejillas. Buscaba con insistencia su capullo, un beso en la oreja, una tierna caricia, aspiraba con frenesí el agradable olor de sus hirsutos cabellos, llegué a rozar por algunos instantes la comisura de sus labios, pero, al final, el dulce fruto de su boca me fue negado. La agonía era terriblementeplacentera. Tenía la esperanza de besarla antes de que acabara la noche.
La cerveza fluyó como un manantial continuo a través de nuestras gargantas. Su rostro enigmático de facciones orientales fue iluminado por las últimas luces del atardecer y fue cuando la suavidad de su mano encontró la mía. Hablo algo sobre caminar bajo la lluvia a la luz de la luna.
¿El asesinato considerado como una de las...