dinamica
La dinámica del capitalismo
Fernand Braudel
I. Reflexionando acerca de la Vida Material y la Vida Económica
Comencé a pensar en Civilización material, economía y capitalismo, obra larga y ambiciosa, hace ya muchos años, en 1950. El tema me había sido propuesto entonces o, mejor dicho, amistosamente impuesto, por Lucien Febvre, que acababa de sentar las bases de una colección dehistoria general, “Destins du Monde”, de la cual tuve que asumir la difícil continuación tras la muerte de su director, en 1956. Lucien Febvre se proponía escribir, por su parte, Pensées et croyances d'Occident, du XV au XVIII siecles, libro que debía acompañar y completar el mío, formando pareja con él, y que desgraciadamente no se publicará nunca. Mi obra se ha visto definitivamenteprivada de este acompañamiento.
Sin embargo, pese a limitarse en general al campo de la economía, esta obra me ha planteado numerosos problemas, debido a la enorme cantidad de documentos que he tenido que manejar, a las controversias que suscita el tema tratado —la economía, en sí, es evidente que no existe— y a las incesantes dificultades que suscita una historiografía en constanteevolución, ya que incorpora necesariamente, aunque con bastante lentitud, de buen o mal grado, las demás ciencias humanas. A esta historiografía en estado de perpetuo alumbramiento, que nunca es la misma de un ario para otro, sólo podemos seguirla corriendo y trastornando nuestros trabajos habituales, adaptándonos mejor o peor a exigencias y ruegos siempre distintos. Yo, por mi parte, siento siempreun gran placer cuando escucho este canto de sirenas. Y los años van pasando. Habré consagrado veinticinco años de mi vida a la historia del Mediterráneo, y casi veinte a la Civilización material. Sin duda es mucho, demasiado.
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La llamada historia económica, que se encuentra todavía en proceso de construcción, tropieza con una serie de prejuicios: no es la historia noble. La historia noblees el navío que construía Lucien Febvre: no se trataba de Jacob Fugger, sino de Martín Lutero o de Francois Rabelais. Sea o no sea noble, o menos noble que otra, la historia económica no deja por ello de plantear todos los problemas inherentes a nuestro oficio: es la historia íntegra de los hombres, contemplada desde cierto punto de vista. Es a la vez la historia de los que son consideradoscomo sus grandes actores, por ejemplo: Jacques Coeur o John Law; la historia de los grandes acontecimientos, la historia de la coyuntura y de las crisis y, finalmente, la historia masiva y estructural que evoluciona lentamente a lo largo de amplios periodos. Y en esto reside precisamente la dificultad, ya que, tratándose de cuatro siglos y del conjunto del mundo, ¿cómo podíamos organizarsemejante cúmulo de hechos y explicaciones? Había que escoger. En lo que a mí respecta, he elegido los equilibrios y desequilibrios profundos que se producen a largo plazo. Lo que me parece primordial en la economía preindustrial es, en efecto, la coexistencia de las rigideces, inercias y torpezas de una economía aún elemental con los movimientos limitados y minoritarios, aunque vivos ypoderosos, de un crecimiento moderno. Por un lado, están los campesinos en sus pueblos, que viven de forma casi autónoma, prácticamente autárquica; por otro, una economía de mercado y un capitalismo en expansión que se extienden como una mancha de aceite, se van forjando poco a poco y prefiguran ya este mismo mundo en el que vivimos. Hay, por lo tanto, al menos dos universos, dos génerosde vida que son ajenos uno al otro, y cuyas masas respectivas encuentran su explicación, sin embargo, una gracias a la otra.
Quise empezar por las inercias, a primera vista una historia oscura y fuera de la conciencia clara de los hombres, que en este juego son bastante más pasivos que activos. Es lo que trato de explicar mejor o peor en el primer volumen de mi obra, que yo había pensado...
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