Dios y la evolución




ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA:
DIOS Y LA EVOLUCIÓN



Desde la aparición de las primeras células vivas, hace 3.000 millones de años, la historia de la vida en la tierra no ha generado otroorganismo desarrollado que el hombre que llevara inscrito en sus entrañas la necesidad de encontrar respuestas satisfactorias acerca de la causalidad de su origen y el sentido último de su existencia enel mundo. Ni uno solo con el que el ser humano pudiera reconstruir eficientemente el árbol antropológico en el que se encuentra ramificado cada uno de los estratos de su misterioso pasado evolutivo.Mitos de carácter seudoreligioso, ingenuas leyendas populares, burdas y fantásticas cosmogonías ancestrales, interpretaciones semiracionales fruto de una admirada contemplación de la physis, y unimpresionante despliegue de teorías científicas, cientificistas y filosóficas, muchas veces contrapuestas, son el amplio bagaje testimonial que ha presentado el hombre en su progresión histórica comorespuesta siempre incompleta a su origen, valiéndose en mayor o menor medida de su potencialidad específica más genuina y eficiente: la inteligencia.
Sin embargo, y desde esta perspectiva de tantossiglos de búsqueda, ¿cabe preguntarse si es lícito esperar a que nuevas investigaciones arrojen algo de luz sobre una cuestión que aparentemente nos sobrepasa como especie (y que alienten nuestra esperanzade dar algún día con la respuesta definitiva que selle para siempre el problema), o, más bien, y dada la experiencia acumulada hasta el presente y la escabrosa naturaleza de la cuestión, debemossuponer que quizá la solución a nuestro misterio (con todas sus enormes lagunas y posibilidades que encierra) no llegue nunca a ser asequible del todo, y que siempre permanezcan algunos interrogantesabiertos a los que jamás seamos capaces de responder de una manera certera?
De la mano de la ciencia humana todo parece indicar que hemos llegado hasta el límite mismo al que ésta nos podía llevar al...