Discriminación laboral
La esencia de la discriminación de sexo es un
tratamiento no igualitario a raíz del género. El tratamiento no debe ser simplemente diferente, sino que
debe ser desigual y, por lo tanto, injusto. Por ejemplo, el
hecho de requerir que los hombres y las mujeres utilicen
baños diferentes no representa discriminación de sexo. Sin embargo, diferenciar entre hombres y mujeres en lo
que respecta a trabajo, salarios, contrataciones,
ascensos o criterios de gratificación sí representa
discriminación de sexo. Una forma única de discriminación de sexo es el acoso sexual. Los hombres
y las mujeres tienen derecho a asegurarse sus puestos
de trabajo y realizar sus tareas sin pretensiones de establecer relaciones románticas o sexuales
indeseadas, o comunicaciones o comportamientos
indeseados de naturaleza sexual que interfieran con su
capacidad de trabajo.
¿En qué profesiones se ve una mayor discriminación? Se tiende a ver más discriminación en los nichos del mercado laboral que son de mayor
calificación y, por lo general, de mayor ingreso. Por ejemplo, las brechas entre hombres y mujeres suelen ser más amplias entre profesionales que entre no profesionales. Lo mismo
ocurre en las diferencias de salarios asociadas a distintos orígenes sociales. Entre abogados o ingenieros comerciales las brechas hombremujer, o gente de orígenes humildes v/s estratos
altos, son muy grandes. No así en otros trabajos más técnicos, como es el caso de las
secretarias y administrativos, donde la brecha es mucho menor.
¿Cuáles son los principales motivos para discriminar?
¿De qué manera se puede revertir esta situación?
La
discriminación
no es un acto aislado, sino que tiene una raigambre histórica producto de un modelo social que, durante
siglos, postuló una concepción de “normalidad” que ubicó a
algunas personas con determinadas características (varón, blanco, ...
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