Discurso De Hamlet
Sí, y he aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamosabandonado este despojo mortal, es razón bastante poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese,aguantaría los ultrajes y achaques de la edad, la violencia del tirano, el insulto del soberbio, la angustia de un amor desairado, las dilaciones de la Justicia, la insolencia delfuncionario y el desdén que el paciente mérito sufre del hombre indigno, cuando podríamos alcanzar nuestra propia calma con sólo un puñal? ¿Quién podría tolerar tantaopresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe un algo tras la Muerte (desconocida región de donde nunca torna el viajero)que quiebra nuestra decisión y nos hace preferir los males que nos acosan antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento?
Así, nuestra consciencia nosvuelve cobardes, así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideración tuercensu curso, y quedan en vano propósitos sin acción. Pero, silencio... ¡la hermosa Ofelia! Ninfa, espero que mis pecados se recuerden en tus oraciones.
Hamlet, Acto III Escena I
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