DISCURSO DE MARCOS ANTONIO
(Marco Antonio se dirige al pueblo romano congregado en el Foro):
¡Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención!
¡Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle!
¡El mal que hacen los hombres perdura sobre su memoria!
¡Frecuentemente el bien queda sepultado con sus huesos!
¡Sea así con César!
El noble Bruto os ha dicho que César era ambicioso.
Si lo fue,era la suya una falta grave,
y gravemente la ha pagado.
Con la venia de Bruto y los demás,
pues Bruto es un hombre honrado,
como son todos ellos, hombres todos honrados,
vengo a hablar en el funeral de César.
Era mi amigo, para mí leal y sincero;
pero Bruto dice que era ambicioso.
Y Bruto es un hombre honrado.
Infinitos cautivos trajo a Roma,
cuyos rescates llenaron el tesoro público.¿Parecía esto ambición en César?
Siempre que los pobres dejaban oir su voz lastimera, César lloraba.
¡La ambición debería ser de una sustancia más dura!
No obstante, Bruto dice que es ambicioso
y Bruto es un hombre honrado.
Todos visteis que en las Lupercales
le presenté tres veces una corona real, y la rechazó tres veces.
¿Era esto ambición?
No obstante, Bruto dice que era ambicioso
yciertamente, Bruto es un hombre honrado.
¡No hablo para desaprobar lo que Bruto habló!
¡Pero estoy aquí para decir lo que sé!
Todos le amasteis alguna vez y no sin causa.
¿Que razón, entonces, os detiene ahora para no llevarle luto?
¡Oh raciocinio!
Has ido a buscar asilo en los irracionales,
pues los hombres han perdido la razón...
¡Perdonadme un momento!
¡Mi corazón está ahí, en ese féretrocon César,
y he de detenerme hasta que torne a mí.
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¡Ayer todavía, la palabra de César
hubiera podido prevalecer contra el universo!
¡Ahora yace ahí y nadie hay tan humilde que le reverencie!
¡Oh señores!
Si estuviera dispuesto a excitar al motín y a la cólera
a vuestras mentes y corazones,
sería injusto con Bruto y con Casio,
quienes, como todos sabeis, son hombreshonrados.
¡No quiero ser injusto con ellos!
¡Prefiero serlo con el muerto, conmigo y con vosotros,
antes que con esos hombres tan honrados!
Pero he aquí un pergamino con el sello de César.
Lo hallé en su gabinete y en su testamento.
¡Si oyera el pueblo esta su voluntad,
aunque con vuestro permiso, no me propongo leerlo,
e iría a besar las heridas de César muerto
y a empapar sus pañuelosen su sagrada sangre!
¡Sí! ¡Reclamará un cabello suyo como reliquia,
y al morir lo transmitirá por testamento,
como un rico legado, a su posteridad!
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¡Sed pacientes, amables amigos!
¡No debo leerlo!
¡No es conveniente que sepais hasta que extremo os amó César!
Pues, siendo hombres, al oir el testamento de César
os enfureceríais llenos de desesperación.
Así, no esbueno haceros saber que os instituye sus herederos,
pues si lo supierais, ¡oh!, ¿qué no habría de acontecer?
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¿Tendreis paciencia?
¿Permanecereis un momento en calma?
He ido demasiado lejos en deciros esto.
Temo agraviar a los honrados hombres
cuyos puñales traspasaron a César.
¡Lo temo!
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¿Quereis obligarme, entonces, a leer el testamento?
Puesbien: formad círculo en torno al cadaver de César
y dejadme mostraros al que hizo el testamentp.
¿Descenderé? ¿Me dais vuestro permiso?
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¡No os agolpéis encima de mí!
¡Quedaos a distancia!
Si tenéis lágrimas, disponeos ahora a verterlas.
¡Todos conocéis este manto!
Recuerdo cuando César lo estrenó.
Era una tarde de estío, en su tienda,
el dia que vencio a losnervos.
¡Mirad: por aquí penetró el puñal de Casio!
¡Ved que brecha abrió el envidioso Casca!
¡Por esta otra le hirió su muy amado Bruto!
¡Y al retirar su maldecido acero,
observad como la sangre de César
parece haberse lanzado en pos de él,
como para asegurarse de si era o no Bruto
el que tan inhumanamente abría la puerta!
¡Porqu Bruto, como sabéis, era el ángel de César!
¡Juzgad, oh...
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