DISCURSO DEL METODO

Páginas: 11 (2619 palabras) Publicado: 17 de febrero de 2016
TERCERA PARTE
Finalmente, como no basta, antes de comenzar a reedificar el alojamiento en que se habita, con derribarlo y proveerse de materiales y arquitectos o ejercitarse uno mismo en la arquitectura, y además, haber trazado cuidadosamente el plano, sino que es preciso también proveerse de algún otro en que uno pueda alojarse cómodamente mientras dura el trabajo, así, para no permanecerirresoluto en mis acciones tanto como la razón me obligara a serlo en mis juicios, y para no dejar de vivir desde entonces lo mejor que pudiese, me forjé una moral provisional, que no consistía más que en tres o cuatro máximas que quiero participaros.

La primera era obedecer a las leyes y costumbres de mi país, manteniendo constantemente la religión en la que Dios me ha concedido la gracia de sereducado desde mi infancia, y gobernándome en todo lo demás según las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso que fuesen comúnmente recibidas en la práctica por los más sensatos entre aquellos con quienes tendría que vivir. Pues, comenzando desde entonces a no contar para nada con las mías propias, que quería someter a examen, estaba seguro de no poder hacer otra cosa mejor que seguir lasopiniones de los más sensatos. Y aunque acaso hay gentes tan sensatas entre los persas o los chinos como entre nosotros, me parecía que lo más útil era regularme según aquellos con los que tendría que vivir; y que para saber cuáles eran verdaderamente sus opiniones, debía atender más bien a lo que practicaban que a lo que decían, no solamente porque a causa de la corrupción de nuestras costumbres haypocas gentes que se atrevan a decir todo lo que creen, sino también a causa de que muchos lo ignoran ellos mismos; pues siendo la acción del pensamiento por la que se cree una cosa distinta de aquella por la cual uno conoce que la cree, se presentan frecuentemente la una sin la otra. Y entre varias opiniones igualmente recibidas, no escogía sino las más moderadas, tanto a causa de que son siemprelas más cómodas de practicar, y verosímilmente (o probablemente) las mejores, siendo todo exceso habitualmente malo, como también a fin de desviarme menos del verdadero camino, si me equivocaba, que si, habiendo escogido una de las extremas, fuese la otra la que hubiera sido preciso seguir. Y particularmente ponía entre los excesos todas las promesas por las cuales se cercena algo de la propialibertad; no porque yo desaprobase las leyes que para remediar la inconstancia de los espíritus débiles permiten, cuando se tiene algún buen propósito, o incluso para la seguridad del comercio, si el propósito no es más que indiferente, que se hagan votos o contratos que obliguen a perseverar en ellos; pero como yo no veía en el mundo nada que siempre permaneciera en el mismo estado y, por lo que amí respecta, me comprometí a perfeccionar cada vez más mis juicios y nunca a empeorarlos, hubiese pensado que cometía una gran falta contra el buen sentido si, por aprobar entonces alguna cosa, me considerara obligado a mantenerla como buena mucho después, cuando acaso hubiera cesado de serlo o cuando yo hubiese cesado de estimarla como tal.

Mi segunda máxima era de ser lo más firme y resuelto enmis acciones que pudiera, y no seguir menos constantemente las opiniones más dudosas, una vez que me hubiera determinado a ello, que si hubiesen sido muy seguras; imitando en esto a los viajeros que, encontrándose extraviados en un bosque, no deben errar girando de un lado a otro, ni menos pararse en un sitio, sino marchar siempre lo más rectamente que puedan en una misma dirección y no cambiarlapor débiles razones, aunque sólo el azar acaso les haya determinado a escogerla en un principio, pues por este medio, si no llegan justamente a donde desean, al final llegarán, al menos, a alguna parte, en donde verosímilmente estarán mejor que en medio de un bosque. Y así, no sufriendo las acciones de la vida frecuentemente dilación alguna, es una verdad muy cierta que cuando no está en...
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