discurso del príncipe felipe
que soportar un primer reproche: “Oh Adán de los poetas, oh Cervantes, / ¿qué alforjas y qué traje es
este, amigo?”. A lo que él responde: “Señor, voy al Parnaso y, como pobre, / Con este aliño mi jornada
sigo”. Del reproche pasa el mensajero de los dioses al reconocimiento y el elogio:“Pasa, raro inventor,
pasa adelante / con tu sutil designio y presta ayuda / a Apolo, que la tuya es importante”.
De seguro que Cervantes, al ver hoy llegar a Nicanor Parra al parnasillo de poetas galardonados con
su Premio, reconocerá en él un espíritu afín, un poeta desnudo de adornos, con atuendo de vecino de
Chillán, y, sabiéndolo espíritu gemelo, se apresurará a decirle: “Pasa, raroinventor, pasa adelante /
con tu sutil designio”. Digo “gemelo” pensando en que el mayor logro literario cervantino fue liberar la
escritura de las normas que la atenazaban y dejar fluir las palabras —palabras del común— para que
buscaran nuevos espacios de significación.
Cuando en el Quijote, tras los primeros descalabros del caballero, el ama ve al pobre hidalgo decidido
a emprender nuevasaventuras, exclama alarmada: “se sale; sálese sin duda por la puerta de la
locura”. En efecto, Alonso Quijano estaba rompiendo las casillas de la realidad particular cotidiana,
para inaugurar la tesis fundamental de la modernidad: “yo es el otro”. Se salía él y con él se salía la
realidad. Pero no se alejaba del espacio de la humanidad. Blas de Otero lo resumió muy bien:
“Cervantes escribecomo los ángeles y responde como los hombres”.
Hace poco más de un siglo, entre los últimos suspiros del modernismo literario, pronunció Ramón
Gómez de la Serna “Siete palabras” que anunciaban la revolución del vanguardismo. Eran estas: “¡Oh,
si llegara la imposibilidad de destruir!” La literatura realista burguesa nos ofrecía una realidad
convencionalmente ordenada y, reproduciéndola, elpoeta se consideraba un dios creador. A partir de
Gómez de la Serna se multiplicaron los movimientos de vanguardia rupturista, deslumbrados todos
ellos por el señuelo de “lo nuevo”.
Cuando en 1969 le concedieron en Chile a Nicanor Parra el “Premio Nacional de Literatura” lo aceptó
“porque —dijo irónico— mi modestia no tiene límites y sería petulante rechazarlo”. Parra, que venía de
lacalle, del barro, con las canciones del pueblo en la boca —“los chilenos hablan en octosílabos,
decía, y la clase media en endecasílabos”—, él, digo, pasó por grandes poetas como Huidobro, García
Lorca y Neruda, contraleyéndolos, y fue a emparentar con François Villon, con el Arcipreste de Hita,
con Rabelais, quienes, conscientes de que el mundo es un carnaval, inventaron el carnaval de laspalabras al que Parra se unió alborozado.
De camino, se encontró con César Vallejo quien, mientras otros hablaban de poesía pura,
contemplando con mirada compasiva la triste realidad de la vida, exclamó: “absurdo, sólo tú eres
puro”. Y por esta vía, y animado con esa conciencia, llegó a convertirse en el “raro inventor” que forjó
el designio de la “antipoesía”: “un poema tradicional en quese injerta la savia del surrealismo”. Página 2 de 2
Quien dirige la danza carnavalesca es un físico, Nicanor Parra, que concibe la realidad como
fragmentación y que, cambiando de continuo de máscara —él es un sujeto poético también
fragmentado—, emprende una crítica del lenguaje. A Federico García Lorca le preguntaron un día qué
era poesía, y él respondió: “Poesía, poesía… es juntar dospalabras que nunca se pensó que pudieran
relacionarse.” Parra dice: “La palabra arcoiris no aparece en ninguna parte, / menos aún la palabra
dolor; / la palabra torcuato, / sillas y mesas sí que figuran a granel, / ¡Ataúdes!, ¡útiles de escritorio! / Lo
que me llena de orgullo, / porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos”.
Las palabras vulgares se extrañan, se “salen”...
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