Discurso del presidente
El fideicomiso ciego tendría a lo menostres consecuencias negativas: por un lado pone un pesado velo al conocimiento público sobre las inversiones de las autoridades, cuestión relevante porque va en sentido contrario a la búsqueda de transparencia. Por otro, deja al administrador en plena libertad para acometer negocios que tal vez la autoridad política no podría realizar directamente por incompatibilidad con su cargo. Un tercer factores la obvia dificultad para establecer si la autoridad y el administrador han violado el compromiso de independencia y confidencialidad.
Para ver las dificultades del fideicomiso, recurramos a un ejemplo que describió el propio Presidente Piñera, cuyo valor estriba en su reconocida experiencia bursátil. Cuando se divulgaron sus inversiones en una empresa de farmacias que se coludió para subirlos medicamentos, el entonces candidato sostuvo que existía un programa informático que le indicaba cuando y en qué compañías era conveniente invertir. El procedimiento era tan independiente que el actual mandatario ignoraba su participación en FASA, lo que también se explicaba porque sus empleados habrían efectuado la inversión. Una cosa bien notable que me recuerda esos trompos que uno usaba deniño con leyendas en sus distintas caras: “toma uno”; “dobla”; “triplica”; “toma todo”…claro que el trompito no decidía sobre cuanto apostar y en qué cosas.
Pero no nos desviemos. En la misma línea, es lógico suponer que, quien administre el patrimonio presidencial, usaría un software similar; especialmente porque es difícil sustraerse a tanta eficiencia tecnológica. El software podría indicarque lo más rentable hoy en día es invertir en acciones de Endesa, Colbún o Transelec. Esta opción de inversión estaría basada en un análisis de mercado, un asunto que nada tendría que ver con las decisiones de gobierno, por muy favorables que éstas fueran para las empresas y para el capitalista en cuestión. En nuestra hipótesis, el fideicomiso ciego llevaría a la paradoja de avalar transacciones quesin esta fórmula estarían vedadas. Hay una alta posibilidad que los dineros de la autoridad terminen en sectores regulados, en los que las decisiones políticas tienen una necesaria incidencia.
Al margen de lo anterior, el hecho que una persona ceda la administración de su patrimonio no le impide seguir al tanto del devenir del mercado. De hecho, un reportaje periodístico consignó, hace untiempo, que el Presidente Piñera mantenía en su oficina un terminal con información bursátil, suponemos por un interés meramente informativo. Pero pensemos que una autoridad que dispone del citado software pudiera caer en la tentación de consultarlo (aplicando los dichos de la ex directora de la JUNJI por el caso Karadima, “el diablo tienta a los mejores”). Estas simulaciones permitirían tener una ideabastante aproximada de dónde están sus intereses, sobretodo si pensamos en el movimiento de grandes capitales en un mercado relativamente pequeño como el chileno. De ahí a que la autoridad intervenga en las decisiones de inversión o busque darle una “ayudita” a su administrador hay un trecho corto y, en tal caso, la ceguera del fideicomiso pasaría a mejor vida.
En otro plano, cabe mencionar...
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