Discurso Gabriel Garc a M rquez recibi el Premio Nobel

Páginas: 26 (6415 palabras) Publicado: 20 de mayo de 2015
Discurso Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel
"La soledad de América Latina" fue el nombre del discurso.
Por: Elespectador.com
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del
mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una
aventura de la imaginación. Contó que había vistocerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas
cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían
una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas
de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron
enfrente un espejo, y queaquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni
mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los cronistas de Indias
nos legaron otros incontables.
Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapasnumerosos durante largos años, cambiando de
lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico
Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos
miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos
misterios que nunca fueron descifrados,es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una,
que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde,
durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas
mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace
pocotiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril
interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no
se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López deSantana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que
había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16
años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de
condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano HernándezMartínez, el déspota
teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un
péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado
público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la
plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscalNey comprada en París en un depósito de
esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito
con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde
entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de
hombres alucinados ymujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda.
No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió
peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida
de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En
este...
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