Discurso sobre las ciencias y las artes
DISCURSO SOBRE LAS CIENCIAS Y LAS
ARTES
JUAN JACOBO ROSSEAU
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DISCURSO
SOBRE SI EL RESTABLECIMIENTO DE LAS CIENCIAS Y DE LAS ARTES HA CONTRIBUIDO AL MEJORAMIENTO DE LAS COSTUMBRES.1
Barbarus hic ego sum, quia nonintelligor illis.
OviD, Trist. V, Eleg. X, v. 37.
1 Discurso que obtuvo el premio en la Academia de Dijon en 1750.
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ADVERTENCIA
¡Lo que es la celebridad! He aquí la desdichada obra a la cual yo debo la mía. Cierto es, que ella, que me ha conquistado un premio y me ha dado un nombre, es algo menos que mediocre, yme atrevo a añadir que es una de las más insignificantes de toda esta recopilación. 2 ¡Qué cúmulo de miserias no habría evitado el autor si este primer e s-crito no hubiese sido recibido sino como él merecía serlo! Pero era necesario que un favor, después de todo injusto, me granjeara por gr a-dos un rigor que lo es aún más.
2 La recapitulación de las obras de Rousseau contenía en aquel tiempo,ade-más de los discursos, la Carta sobre los espectáculos, el Emilio, la Eloisa y El contrato social. (EE.)
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PREFACIO
He aquí una de las grandes y bellas cuestiones que hayan sido ja-más suscitadas. No se trata en absoluto, en este discurso, de esas sut i-lezas metafísicas que han invadido todos loscampos de la literatura, y de las cuales no están siempre exentos los programas de Academia; sino de una de esas verdades que tienden a hacer la felicidad del gén e-ro humano.
Preveo que se me perdonará di fícilmente la resolución que he osa-do tomar. De frente contra todo lo que constituye hoy la admiración de los hombres, no puedo esperar sino la reprobación universal, pues no por haber sidohonrado con el beneplácito de algunos sabios, debo contar con el del público. He em prendido mi camino y no me cuido de satisfacer ni a los sabios ni a las gentes a la moda.
Habrá en todos los tiempos hom bres hechos para ser subyugados por las opiniones de su siglo, de su país y del medio en que viven. Tal constituye hoy el espíritu fuerte y el filósofo, que, por idéntica razón, no deberíaser más que un fanático del tiempo de la Liga; mas no se debe escribir para tales lectores cuando se quiere vivir más allá de un siglo.
Una palabra más, y he termina do. Contando poco con el honroso premio que se me ha concedido, después de su envío, he refundido y aumentado este discurso hasta el punto de hacer de él, en cierta ma-nera, una obra distinta. Hoy me he creído obligado arestablecerlo a su estado primitivo en el cual fue premiado. He dejado solamente algunas notas y dos adiciones fáciles de reconocer, las cuales la Acade mia no habría quizá aprobado. He pensado que la equidad, el respeto y el r e-conocimiento exigían de mí esta advertencia.
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DISCURSO
Decipimur specie recti.
¿El restablecimientode las ciencias y de las artes ha contribuido a modificar o a corromper las costumbres? He allí lo que se trata de examinar. ¿Qué partido debo yo tomar en esta cuestión? El que con-viene, señores, a un hombre hon rado que nada sabe, pero que no por ello se estima menos.
Será difícil, lo siento, adaptar lo que tengo que decir al tribunal al cual compareceré. ¿Cómo osar con denar las ciencias anteuna de las sociedades más sabias de Europa, ensalzar la ignorancia en una cé-lebre Academia y conciliar el desprecio por el estudio con el respeto por los verdaderos sabios? He visto estas contrariedades y no me han en lo absoluto desanimado. No es la ciencia la que yo injurio, me he dicho, es la virtud que defiendo ante los hombres virtuosos. La pro-bidad es aún más querida a las personas de...
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