disertacion
Bruno Munari
En el campo del diseño tampoco es correcto proyectar sin método, pensar de forma
artística buscando en seguida una idea sin hacer previamente un estudio para
documentarse sobre lo ya realizado en el campo de lo que hay que proyectar; sin
saber con qué materiales construir la cosa, sin precisar bien su exacta función. Hay personas que frente al hecho de tener que observar reglas para hacer un
proyecto, se sienten bloqueadas en su creatividad. ¿En qué queda entonces la
personalidad?, se
preguntan. ¿Nos estamos volviendo todos locos? ¿Todos robots? ¿Todos
nivelados, todos iguales?. Y empiezan desde cero a reconstruir la experiencia
necesaria para proyectar bien. Les costará bastante llegar a entender que algunas cosas hay que hacerlas primero y otras después. Malgastan mucho tiempo en
corregir los errores que no habrían cometido de haber seguido un método
proyectual ya experimentado.
Creatividad no quiere decir improvisación sin método: de esta forma sólo se genera
confusión y los jóvenes se hacen ilusiones de ser artistas libres e independientes.
La serie de operaciones del método proyectual obedece a valores objetivos que se convierten en instrumentos operativos en manos de proyectistas creativos.
El método proyectual para el diseñador no es algo absoluto y definitivo; es algo
modificable si se encuentran otros valores objetivos que mejoren el proceso. Y este
hecho depende de la creatividad del proyectista que, al aplicar el método, puede
descubrir algo para mejorarlo. En consecuencia, las reglas del método no bloquean la personalidad del proyectista
sino, que, al contrario, le estimulan a descubrir algo que, eventualmente, puede
resultar útil también a los demás. Desdichadamente una forma de proyectar muy
común en nuestras escuelas es la de
incitar a los alumnos a encontrar nuevas ideas, como si cada vez hubiera que
inventarlo todo desde el principio.
Louis L. Kahn Realmente busco la naturaleza de las cosas. Cuando hago una escuela, intento
resolver desde “escuela”, y no de desde “la escuela”. En primer lugar, está el
problema de por qué una “escuela” es distinta de cualquier otra cosa. Nunca leo un
programa literalmente. Es algo circunstancial. La cantidad de dinero de que
dispongas o donde deban localizarse, y las cosas que necesitas no tienen nada que ver con la naturaleza del problema. Así que buscas su naturaleza y después lo
confrontas con el programa. Mirad a la naturaleza de algo, y veréis en el programa
lo que queráis… una biblioteca por ejemplo. lo primero que se hace es escribir el
programa. Ahora la reescritura debe ir acompañada de algo que la interprete. Tu
programa no significa nada por sí mismo, por qué estás hablando de espacios. Asi
que tambien envías los dibujos que acompañan a tus pensamientos sobre la naturaleza de tu problema. Invariablemente se necesitan más espacios porque
todos los programas los escriben no arquitectos, y están destinados a ser una copia
de otra escuela o edificio.
Normalmente, el carácter del lugar, su naturaleza, debe estudiarse porque está ahí.
Uno no plantea un edificio en cualquier parte ignorando la influencia de lo que le
rodea. Siempre existe una relación. En el programa había un nota diciendo que debería haber una sala de oración de
280 metros cuadrados, y un armario para guardar las alfombrillas; ese era el
programa. les hice una mesquite de 2800 metros cuadrados , y las alfombrillas
siempre estaban en el suelo. Y eso se convirtió en el la entrada, es decir, la
mezquita se convirtió en la entrada. cuando se lo presente a las autoridades, enseguida lo aceptaron
Bruno Munari plantea un sistema proyectual en el que evita que los diseñadores
estén tratando de inventar siempre lo mismo.
El sistema que propone Munari siege una serie de pasos que deberían cumplirse
siempre con el fin de ahorrar tiempo equivocándose una y otra vez inventando ...
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