Disfraces del Continente Americano

Páginas: 11 (2673 palabras) Publicado: 30 de abril de 2013
“El Duende” de Elena Garro
A las tres de la tarde el sol se detenía en la mitad del cielo. El silencio podía estallar en cualquier,
instante y el jardín podía caer roto en mil pedazos. La casa entera estaba quieta. Sólo Rutilio
regaba las losetas del corredor. A los pocos instantes, el agua, convertida en .vapor, se levantaba
de los ladrillos. La valla de helechos que separaba al jardín delcorredor no detenía a la ola
ardiente que llegaba hasta las habitaciones.
En dos hamacas paralelas Eva y Leli se mecían. El ir y venir de las hamacas columpiaba a la
tarde con un ruido de reatas secas. Todos los días a esa hora, la muerte las rondaba: se detenía
sobre las ramas y desde allí las miraba.
—Eva, ¿te da miedo morir?
—No, el otro mundo es tan bonito como éste.
—¿Cómo lo sabes?—Me lo dijo mi abuela Francisca.
Eva lo sabía todo, era distinta, estaba en la casa porque tenía curiosidad por este mundo, pero
pertenecía a un orden diferente. Era una aliada poderosa y la única liga que Leli poseía entre este
mundo y el mundo tenebroso que la esperaba. "El otro mundo es tan bonito como éste"...
Durante un rato la frase la dejó convencida, pero luego, la puerta que la esperabay que conducía
al vacío, volvió a tomar cuerpo. Con su propio pie daría el paso que iba a precipitarla al abismo
por el cual iría descendiendo por los siglos de los siglos, con la cabeza hacia abajo, en una caída
sin fin dentro del pozo negro que era la muerte. Por ahí caerían también su padre, su madre y sus
hermanos. Y nunca se encontrarían, porque todos caerían en diferentes horas. SóloEva se
quedaría flotando en el jardín, mirando con sus ojos amarillos las cosas que pasaban en la casa.
—¿Estás segura de que el otro mundo es tan bonito como éste?
—Sí, y como no tenemos cuerpo no sudamos. Era irremediable no tener cuerpo. Elisa decía lo
mismo. El sacerdote decía lo mismo. El cuerpo se quedaba acá y no podíamos llevarnos ni un
mechoncito de pelo, para recordar de qué colorhabíamos sido. Miró el cabello dorado de Eva.
Cerca de las sienes era muy pálido y con el sudor se le pegaba a la piel y tomaba la forma de
plumas muy finas. Eva se estaba mirando las manos contra la luz del sol.
—Adentro de las manos tenemos luz.
Leli recordó el día que jugando con la navaja de su padre se cortó un dedo y la sangre salió a
borbotones. Sintió vergüenza al sorprender a Eva en unamentira.
—¡Mentirosa!
—¿Has visto a Nuestro Señor? De cada dedo le sale un rayo de luz. Mis dedos se van a encender
un día y me voy a ir en lo oscuro.
Era verdad que Nuestro Señor y los santos echaban luz por los dedos y por la cabeza y que a Eva
no le daba miedo lo oscuro. Tampoco le daba miedo columpiarse de las ramas más altas de los
árboles.
—¡Te vas a caer! —le gritaba Leli cuando laveía columpiarse de las hojas altísimas de las
palmeras.
—Si me caigo me detiene el Duende —explicaba Eva cuando bajaba a tierra.
El Duende, el dueño del jardín, era muy amigo suyo. Por eso cuando su padre las regañaba
porque aplastaban los plátanos tiernos Eva comentaba:
—Pobre, cree que es el dueño de todo...

1

Esa tarde, Rutilio siguió regando los ladrillos y las tres de la tardesiguieron escritas mucho
tiempo en la torre de la iglesia que se asomaba en el cielo del jardín.
—Vamos a bañarnos —dijo Eva.
Salieron al jardín. Pasaron bajo las Jacarandas, rodearon a la fuente, cruzaron el macizo de los
plátanos, llegaron a los linderos del terreno y alcanzaron el pozo. El pozo era el lugar más fresco
del jardín, rodeado de helechos, espadañas y otras hojas rezumaba humedad.Hasta allí no
llegaban los rumores de la casa. Era la parte secreta del jardín. Un pretil de piedra negra
guardaba a su agujero profundo. Muy abajo corría el agua de los ríos en los cuales se bañan las
mujeres plateadas y los pájaros de plumas de oro.
Las niñas se desnudaron y luego subieron los cántaros llenos del agua misteriosa. El agua helada
convirtió sus cuerpos en dos islas frías...
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