Disfraces y espejos: metamorfosis e identidad en laura y julio de juan josé millás y “fábula segunda” de juan benet

Disfraces y espejos: Metamorfosis e identidad en Laura y Julio de Juan José Millás y “Fábula segunda” de Juan Benet

Alejandro Bravo Morales

La construcción de la personalidad es, hoy por hoy, uno de los aspectos más destacados de nuestra formación pedagógica. Nos enseñan a diferenciarnos, a definir nuestra identidad a partir de un principio de afirmación egocentrista: yo quiero, yo digo, yotengo... El hombre yo-yo ha generado abismos para su convivencia, comparte el vértigo y escucha a los otros a partir de sus ecos, como si estuviera siempre del otro lado del espejo. La excesiva individualización de las sociedades contemporáneas es uno de los fenómenos posmodernos estudiados, entre otros, por Gilles Lipovetsky. En La era del vacío, lo particular está por encima de lo general, locolectivo se subordina a la realización personal, el triunfo del individuo está por encima de lo colectivo. Por otro lado, la identidad se ha convertido en algo prefabricado, adquirido a través de los mass media. La homogeneización de las conciencias, la masificación de supuestos principios de identidad nacional, de modas y de marcas, han alienado a nuestras sociedades. Éste es un problema que hasido objeto de reflexión en la literatura contemporánea occidental, en dónde los personajes se preguntan, dentro de su diégesis y sus ‘espejos cóncavos’, qué tan reales somos como individuos, qué tan imposible puede ser que la existencia del otro sea idéntica a la nuestra, como si la identidad se tratara de un fractal o de un algoritmo recursivo. “Se puede considerar el texto literario comoperteneciente a un hipotético juego de reflejos […] Se acepta que la obra sea el espejo que se pasea a lo largo del camino y que en niveles diferentes constituye la proyección de una realidad —sea éste social, cultural, estructural, estética, ideológica, etc.—“.[1] Por otro lado, el tema del doble, de origen clásico —Platón propugnaba desterrar de La República a los rapsodas porque su arte se construía apartir de la mimesis y no de la phóyesis—, ha sido tratado de múltiples formas a lo largo de la literatura universal.
Los escritores españoles, cuya generación presenció la caída del franquismo, “en términos generales, no se sienten herederos de los enfrentamientos ideológicos de sus padres —al contrario de lo que sucede con la generación de medio siglo a la que pertenece Juan Benet—. Suactitud política es la de rechazo al franquismo pero distinguen entre el compromiso cívico y la actitud literaria. Su madurez coincide con el auge de los postulados estructuralistas”.[2] El caso de Juan José Millás y Antonio Muñoz Molina sobresale en cuanto a la ambigüedad que plantean en cuanto a la construcción de sus personajes: fragmentarios, en ocasiones, “escenarios de las grandes emociones”,ambiguos, en donde la identidad se plantea a partir de la multiplicidad.
Las multiplicidades dinamitan las identidades y por consiguiente a las alteridades. Las multiplicidades son "dispositivos" heterogéneos, híbridos, que se construyen especularmente en la simulación. Los "dispositivos" foucaultianos, como plantea Gilles Deleuze, son conjuntos multilíneales, especie de ovillos o madejas."Está compuesto de líneas de diferente naturaleza y esas líneas del dispositivo no abarcan ni rodean sistemas, cada uno de los cuales sería homogéneo por su cuenta (el objeto, el sujeto, el lenguaje), sino que siguen direcciones diferentes, forman procesos siempre en desequilibrio y esas líneas tanto se acercan unas a otras como se alejan unas de otras.[3]
Por otra parte, el complejo mundonarrativo de Juan Benet, perteneciente a la generación de medio siglo, en donde la crítica al franquismo se manifiesta a través de un complejo uso del lenguaje y la estructura literaria como un método para escapar de la censura. Su literatura se concentra en la formación de universos alegóricos en el que el espacio —Región— adquiere una connotación especular a través de sus atmósferas: es un...