Disney, Fantasia 2000
Reseñas del año
Como si se tratara del vino más fino, de las barricas de Disney llega hasta nosotros una nueva cosecha de Fantasía, ahora en video.
Salvador Carreño[i]
Al igual que nuestros padres y abuelos desde 1940, prepárese para asistir a la velada de degustación que Disney nos ofrece, con lo mejor de las bodegas de Europa y deNorteamérica, para paladares refinados, mientras recorremos ocho cuadros para una exposición, sin Moussorgsky.
¿Qué le parece comenzar con un alemán consagrado? Está hecho, aunque tal vez no haya sido buena idea incursionar con algo tan fuerte y con tanto cuerpo, como un especial de Beethoveen y su quinta sinfonía (degustada por primera vez en 1807), como aperitivo para una relativamente modestaexhibición de abstracciones que parecen simular la eterna lucha entre la luz y la sombra y donde algún trasnochado anticipado verá probablemente mariposas.
Si no se deja desmotivar por un inicio de tan evidente contraste, entonces disfrutará sin duda de un lambrusco de abolengo, más joven, pero no por ello de menos méritos. Un especial de “Los pinos de Roma”, de Ottorino Respighi, cosecha 1924, yembotellado como casi todo el menú por una magistral Orquesta Sinfónica de Chicago, será el acompañamiento ideal para atestiguar un despliegue tecnológico que por sí mismo justifica la saga del clásico de Disney; en él, ballenas electrónicas emergen de una mar océano que no limita el espacio vital de estos grandes mamíferos, sino que hace las veces de trampolín, catapultándolos ¡en parvada! Hacia elespacio infinito.
Ya ambientados, daremos un brinco a una cava americana. Surgido de los sótanos de algún bar neoyorkino, de una copa cristalina escuchará emerger las burbujas de una “Rapsodia en Azul” cultivada con esmero por un conocedor del gusto americano. Así, Gershwin le acompañará mientras deleita su mirada con las recreaciones que Disney ha hecho de los dibujos-desdibujos de AlHirschfeld. Pocas veces pocos trazos dicen tanto de una época, de una cultura y una identidad, detrás de cuatro historias mil veces contadas, y frescas, incluso en el “out line” de una pluma otrora crítica y hoy evocadora.
Advirtiéndole de antemano que no espere mucho del coctail que sigue, y para no pecar de “burguesía a ultranza”, diremos salud con una probada de un Concierto para piano, allegro Opus 102de la más pura cepa rusa –soviética, de hecho-, para, al ritmo inconfundible del combativo Shostakovich, presenciar las hazañas del más conocido soldadito de plomo en el mundo, ése que H. C. Andersen hizo amar por una indefensa ballerina, cuya prístina inocencia se ve amenazada por un lejanamente terrorífico Jack in the box.
¡Qué mejor que recuperar el balance con un clásico francés, “lleno defrescura, delicadeza y de vena feliz”, como dijeran de Camille Saint-Säens los degustadores de su obra ya en el siglo XIX. No podía faltar un producto que goza de tantos premios y honores, y es por ello que Disney pinta de rosa el escenario para que dancen los flamencos al compás –no podía ser de otro modo-, de un final entusiasta de “El carnaval de los animales”.
Aun con su luminosidad, habrá quereconocer que la similitud visual de estos simpáticos pajarracos patones que juegan al yo-yo, con sus primas avestruces de “La danza de las horas”, de Ponchielli, que ilustrara uno de los más recordados cuadros de la vieja Fantasía, rebasa los límites del parentesco secundario.
Y si de recordatorios se trata, ¿qué le parece un reprise? Volvemos a la vieja Fantasía, que llega tan fresca como unalechuga, y volvemos con un francés, añejo y de mundo. ¿Adivinó? En efecto, de nuevo y hasta el fondo, a sorbos primero y en cascada después, nos recetaremos un Paul Dukas servido nada menos que por Mickey Mouse, caracterizando al ya inolvidable “Aprendiz de Brujo”, con el sello igualmente inconfundible de una Orquesta Sinfónica de Filadelfia, dirigida por un Leopoldo Stokowsky que no ha perdido...
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