Divergentes
Se apresuraron por tomar los cuchilloscomo niños sin facción por un pedazo de pan, demasiado desesperados. Todos menos ella, con sus movimientos deliberados, su rubia cabeza metiéndose entre los hombros de Iniciados más altos. No trataba lucir cómoda balanceando cuchillas en sus palmas, y eso es lo que me gusta de ella, que sabe que estas armas son innaturales y aún así consigue una manera de empuñarlas. Eric se acerca a mí, y me alejópor instinto. Trato de no temerle, pero se cuan inteligente es y si no soy cuidadoso él notara que me quedo viéndola y ese será mi perdición. Giro dirigiéndome al blanco, un cuchillo en mi mano derecha Pedí que el lanzamiento de cuchillos fuese removido del currículo de entrenamiento este año, porque no sirve de nada aparte de avivar la bravuconería de los Intrepidez. Nadie aquí lo usará exceptopara impresionar a alguien, de la manera en que los impresionaré ahora. Eric diría que impresionar a las personas puede ser útil, razón por la cual rechazó mi petición, pero es todo lo que odio de Intrepidez. Sostengo mi cuchillo por la hojilla para que el balance sea correcto. Mi instructor de iniciación, Amar, vio que tenía una mente ocupada, así que él me enseñó a atar mis movimientos con misrespiraciones. Inhalo, y miro al centro del blanco. Exhalo y lanzo. El cuchillo le da al blanco. Escucho a algunos de los Iniciados tomar aire al mismo tiempo. Encuentro un ritmo en ello: inhalo y paso el siguiente cuchillo a mi mano derecho, exhalo y lo giro con la punta de mis dedos, inhalo y miro el blanco, exhalo y lanzo. Todo se oscurece alrededor del centro de ese tablero. Las otras faccionesnos dicen brutales, como si no usáramos nuestras mentes, pero eso es todo lo que hago aquí.
La voz de Eric me saca de mi ensimismamiento. ¡En línea! Dejo los cuchillos en el blanco para recordarles a los Iniciados lo que es posible, y me paro frente a la pared del lado. Amar también fue quien me dio mi nombre, de vuelta en los días en que la primera cosa que hacían los Iniciados al llegar ala facción de Intrepidez era ir nuestro paisaje de miedo. Él era la clase de persona que hacía que un apodo se quedara, tan agradable que todos lo imitaban. Está muerto ahora, pero a veces, en esta habitación, aún puedo oírlo regañarme por aguantar la respiración. Ella no aguanta la respiración. Eso es bueno, un mal habito menos que romper. Pero tiene un brazo torpe, incómodo como una pierna de...
Regístrate para leer el documento completo.