diversidad cultural
María Tejedor Mardomingo
La Ilustración confía en el progreso ilimitado del hombre a partir del dominio creciente de la naturaleza por medio de la ciencia y de la técnica; y confía a la educación la tarea de transmitir y renovar el saber. Los sistemas públicos serían los encargados de generalizar la educación y, con ella, el potencialtransformador y de mejora para el individuo y para la especie. En la actualidad, asistimos a la insatisfacción producida por el sesgo que se ha operado en aquel proyecto de hombre ilustrado: el crecimiento científico no ha ido acompañado por un simétrico crecimiento moral y ello ha provocado desvíos de la razón que se han vuelto contra las personas y contra la naturaleza. Y, curiosamente, se apelade nuevo a la institución escolar para reorientar aquel proceso, primando una formación moral que es reclamada con urgencia desde distintos sectores.
Uno de los objetivos de la educación es la creación de una filosofía de la emancipación a través de un proceso dialógico. Habermas (1997) recupera el papel de la persona por encima de los sistemas o las estructuras, dándole la posibilidad dedesarrollar acciones de cambio, encaminadas a transformar la sociedad. De la teoría de Habermas se desprende un modelo educativo que entiende el aprendizaje como un proceso de interacción entre los participantes, un proceso que ayude a reflexionar a la persona sobre sus ideas y prejuicios para así poderlas modificar si lo considera preciso. Se parte de la hipótesis de que las personas adquieren unaserie de conocimientos y que los educadores se deben encargar de actualizar esos contenidos y de introducir otros nuevos a través del aprendizaje dialogado. Para que este aprendizaje sea efectivo es preciso fomentar en el grupo un clima de cultura y convivencia ciudadana.
El carácter mutuo de las diferencias hace que el diálogo sea una necesidad en nuestro mundo, porque está presente en losintercambios de todo tipo: en el plano cultural en forma de multiculturalismo; en el plano de la identidad como identidades fronterizas, y en el plano del conocimiento como un espectro de interpretaciones. Si estamos de acuerdo en que el diálogo implica cierto tipo de intercambio de opiniones, seguramente podemos centrar nuestra atención en el aspecto dialógico de la diversidad (JAHANBEGLOO, 2007).La diversidad, desde luego, no puede nunca ser objeto de celebración sin un diálogo ético y ciudadano en el que los interlocutores traten de aprender de la otra cultura.
El concepto de ciudadanía (CORTINA, 2006) nace en occidente en la figura del “polites”, como forma de pertenencia plena a la polis. El tipo ideal de ciudadano heredado es el ciudadano ateniense, caracterizado por suparticipación en los asuntos públicos. En los años ochenta, el movimiento comunitarista exalta el sentimiento de pertenencia a la comunidad como indispensable para la convivencia política y, por tanto, para el concepto de ciudadanía. En los noventa, la idea de ciudadanía abarca los dos aspectos: es ciudadano quien pertenece a una comunidad política en la que comparte una concepción de la justicia. Surgendistintos modelos de ciudadanía en los cuales el liberalismo elemental (Nozick), el comunitarismo (Etzioni), el liberalismo social (Rawls), los defensores de la política deliberativa, fundamentados en el intersubjetivismo del lenguaje (Habermas) y el republicanismo (Petit) vierten sus singulares concepciones sobre la ciudadanía. Adela Cortina (2003) afirma que “ciudadano es aquel que es su propioseñor o su propia señora, junto a sus iguales, en el seno de la comunidad política”. Se congregan en esta definición el componente de la autonomía y el de la igualdad.
La necesidad de oponernos a la indiferencia y la violencia nos lleva a la pregunta de cómo identificar el espacio de la diversidad cultural incluyendo el reconocimiento del papel desempeñado por la sociedad civil en la lucha por...
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