Divina Comedia

CANTO X
PURGATORIO




Cuando hubimos traspasado el umbral de la puerta que se abre raras veces, porque la mala inclinación de las pasiones lo impide, haciendo aparecer recta la vía tortuosa, conocí por el ruido que acababa de cerrarse; y si yo hubiese vuelto mis ojos hacia ella, ¿Qué excusa hubiera sido digna de tal falta?[1]
Subíamos por la hendidura de una roca, la cual ondulabatortuosamente, semejante a la ola que va y viene.
-Aquí, dijo mi Guía, es preciso que vayamos con precaución, acercándonos ya por un lado, ya por otro, a las ondulaciones de esta hendidura-. Y este cuidado hizo tan lentos nuestros pasos que la Luna llegó a su lecho para reposar, antes de que nosotros saliésemos de aquel angosto camino. Más cuando estuvimos arriba, libres y encubierto, en el parajedonde se adentra el monte, nos encontramos, yo fatigado y ambos inciertos de la dirección que debíamos seguir, en un rellano más solitario que sendero a través del desierto.
Desde el borde exterior hasta el pie del derrumbadero que se alza en la parte interior, tendrá aquel rellano como tres cuerpos de hombre de anchura; y hasta donde mis ojos alcanzaban, tanto por la izquierda como por la derecha,aquella cornisa aparecía siempre igual a mis ojos.
Aún no habíamos dado un paso por la nueva vía, cuando observé que el muro escarpado interior, por el cual no había posibilidad de subir, era de mármol blanco, y adornado de tan preciosas entalladuras[2] que no ya Policleto[3] sino la Naturaleza en presencia de ellas, habría sido superada y vencida. El Ángel que descendió a la Tierra con eldecreto de la paz por tantos años suspirada, y abrió las puertas del Cielo después de su prolongada clausura[4], se ofreció a nuestra vista con tanta verdad y en tan dulce actitud esculpido, que no parecía una figura silenciosa. Hubiérase jurado que hablaba diciendo: Ave; porque también estaba allí representada la que dio vuelta a la llave para abrir al Amor supremo. En su actitud iban impresas laspalabras: Ecce ancilla Dei, tan propiamente como aparece un figura sellada en la cera.
-No fijes tu atención en un solo punto, me dijo el querido Maestro, que me tenía cerca de sí en el lado del corazón; por lo cual volví el rostro, hacia la parte donde se encontraba el que movía mis pasos, vi detrás de Maria otra historia esculpida en la roca; y para examinarla mejor pasé al otro lado deVirgilio, y me aproximé a ella. Estaban tallados en el mismo mármol el carro y los bueyes conduciendo el Arce Santa, tan temible para el que intenta desempeñar cargos contra la voluntad de Dios. Delante de ella veíase alguna gente, dividida en siete coros, que a dos de mis sentidos hacia decir: a uno, “sí canta”, y a otro, “no canta”. En igual discordancia ponía a mis vista y mi olfato el humo delincienso que estaba allí representado. El humilde Salmista, danzando y saltando, precedía al vaso bendito; y en aquella ocasión era más y menos que rey[5]. Desde lo alto de un gran palacio que había enfrente, Micol[6] lo contemplaba como mujer despechada y mohína.
Moví mis pies más allá del sitio en que me encontraba, para examinar de cerca otra historia que resaltaba después de Micol. Allí estabaescrita, en piedra. La alta gloria del príncipe romano, cuya insigne virtud movió a Gregorio para alcanzar su gran victoria[7]; habló del emperador Trajano. Asida el freno de si caballo se veía a una viuda, penetrada de dolor y deshecha en lágrimas[8]; en torno suyo aparecía una considerable multitud de caballeros, sobre cuyas cabezas volaban al viento las águilas de oro. La desventurada, metidaentre todos ellos, parecía decir: “Señor véngame de la muerte de mi hijo, que me ha traspasado el corazón”; y el responderle: “Espérate a que yo vuelva”; y ella replicar, como persona a quien impacienta su mismo dolor: “Señor mío, ¿y si no vuelves?” y él: “Quien ocupe mi lugar te vengará” y ella: “Qué te importa el bien que pueda hacer otro, si te olvidas del que puedes hacer tú” y él por ultimo:...