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Había una vez un pequeño dragón. Vivía en su pequeño mundo donde todo era perfecto, su mamá lo cuidaba y su papá lo mimaba y vendía cables.
Un día ledijeron: “Iras a un lugar todos los días, un lejos de tu casa, un lugar donde sufrirás y cambiarán todo en lo que crees. Te impondrán información y llenarántu cabeza hasta hacerla estallar. Pero de alguna u otra manera lo disfrutaras.”. Y el pequeño dragón no entendió nada.
Al principio tenía miedo, entró eneste enorme lugar, demasiado grande pero demasiado pequeño, y se encontró con criaturas extrañas. Había jirafas, perros, gatos, cocodrilos, leones, monos,insectos, serpientes, zorros y uno que otro pez. Pero no había más dragones.En este lugar extraño enseñaban a los peces a volar, a los insectos a rugir, a los monos a picar, a los perros a exhalar fuego, a las serpientesa caminar, a los leones a reptar y al pequeño dragón le enseñaron a nadar.
Creció, aprendió, maduro, se avergonzó, lloró y rió como nunca en su tan cortavida. Pero sobre todo, aprendió a no aprender. La vida del dragón, tan herméticamente cerrada, se abrió de repente y con gran estruendo. Tuvo que elegircuál de aquellas cosas que se apiñaban a su entrada dejaría pasar.
Si el pequeño creía que ya había visto todo y ya conocía a los demás animales, seequivoca. Ahora debe zambullirse en un mundo infinitamente más grande y llorar y reír y vivir sin entender todavía nada. Es su hora de buscar dragones. OHHH!