doce promesas

¡Si yo le sirvo a DIOS!
Para nosotros los A.A. el servicio dentro de nuestra comunidad ha representado vida, poco a poco aprendimos que solo olvidándonos de nosotros mismos alcanzaríamos lafelicidad verdadera, nuestros padrinos nos decían “tu has el trabajo de DIOS y Él se ocupara de aquellos asuntos que por ti mismo no has podido resolver”
Para muchos esta parecía ser una buena idea, perono creíamos en ella, estábamos muy ocupados de nuestros empleos ¡teníamos una posición laboral importante! Gente a nuestro cargo, toma de decisiones importantes, nuestra egolatría llego a tal gradoque creímos que sin nosotros la empresa o negocio no funcionaria; Además, ¡Ya éramos responsables! A.A. nos había devuelto el sentido de responsabilidad y bueno, al final, ¡Estábamos sobrios! Para quepreocuparnos por más, teníamos a DIOS y un buen empleo, servir estaba bien, pero para aquellos que no tenían nada que hacer.
Al principio respetábamos a nuestros compañeros que servían de tiempocompleto, y nos cargamos de una falsa admiración hacia ellos, hablábamos del buen trabajo que realizaban en la agrupación y estábamos propensos a felicitarlos por su entrega al servicio, agradecíamosgrandemente su apoyo pero nunca contaron con nosotros, siempre tuvimos una excusa para no apoyar los servicios del grupo, nuestras múltiples responsabilidades nos lo impedían. Después ya molestos por laconstante invitación al servicio pensábamos de los mismos a los que decíamos admirar- “¡Esos por huevones! ¡Fracasados! ¡Mediocres! ¡Don nadie! Por eso están en el grupo y esta bien… ¡que se quedenahí, lo necesitan!
Esta filosofía de vida nos acomodaba, para nosotros el trabajo era la repuesta perfecta a la pregunta ¿Quién soy yo y porque soy importante? Un fundamento muy inestable, perdimos eltrabajo y de pronto ¡Ya no éramos importantes! ¡Nos convertimos en Don nadie! Y todo porque perdimos el empleo. La buena noticia es que ahora éramos ¡Don nadie! Ya cubríamos los requisitos para el...