Docs.
VI. Sostenibilidad
ambiental y prevención del
riesgo
423
Crecimiento y
competitividad
Igualdad de
oportunidades
PROSPERIDAD
DEMOCRÁTICA
Consolidación
de la paz
La ola invernal que golpeó al país a mediados del año 2010, y que se espera continúe durante la
primera mitad de 2011, ha cambiado el rumbo de la política ambiental y del riesgo del país, ha
transformado la visión de los colombianos sobre las posibles consecuencias del cambio climático, e
inevitablemente ha alterado el plan de gobierno de este cuatrienio, y en consecuencia el Plan
Nacional de Desarrollo como su principal instrumento. Los esfuerzos en ayuda humanitaria, rehabilitación y reconstrucción, la redistribución de los recursos, y la necesidad de replantear las
estrategias de prevención en algunos sectores para evitar consecuencias adversas ante futuros
eventos de origen natural, son algunos ejemplos de ello.
La emergencia invernal ha afectado, entre otros, a más de 2,27 millones de personas, 341.000 viviendas, 751 vías, 807.609 hectáreas, 813 centros educativos y 15 centros de salud. Los recursos
para atender estas y otras consecuencias del invierno se han estimado en 26 billones de pesos: 5%
atención, 21% rehabilitación, y 74% para obras de recuperación, reconstrucción y prevención.
Ahora bien, se esperan situaciones de emergencia invernal durante el primer semestre del año,
especialmente en el período entre abril y julio, por lo cual las cifras y recursos anteriormente
presentados son aún preliminares.
La ola invernal, más que una catástrofe, constituye una oportunidad para corregir errores y
prevenir futuros desastres. Para que esta adversidad se convierta en una oportunidad, es
necesario realizar un diagnóstico exhaustivo de la gestión ambiental y del riesgo del país, e
identificar las modificaciones necesarias para atender las consecuencias recientes y prevenir o
disminuir las futuras. En otras palabras, entender mejor nuestra geografía, conocer mejor nuestros
riesgos e intervenirlos.
Colombia es un país con una excepcional riqueza y diversidad natural y cultural. Esta ha sido la
base sobre la cual la Nación y sus regiones han construido sus estrategias de desarrollo. Los
recursos naturales– los suelos, las aguas, los bosques, los recursos hidrobiológicos, los minerales,
los hidrocarburos, el paisaje, etc. – han sido utilizados y explotados para generar crecimiento
económico y bienestar social. Si bien es cierto que un mayor crecimiento económico ha contribuido de manera significativa a mejorar el ingreso y el bienestar de los colombianos en las
424
últimas décadas, este también ha estado acompañado de un marcado deterioro ambiental y de la
acentuación de problemas como la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la contaminación
del agua y del aire (DNP, 2007: 6).
Se encuentra, por ejemplo, que el 85% de los sistemas productivos de Colombia se ubican en áreas vulnerables a desertificación, y el 48% del país es susceptible de erosión. Estos factores degradan
aproximadamente 2.000 hectáreas al año en la región andina y afectan la competitividad del
sector agrícola, la disponibilidad de alimentos, y la calidad y cantidad de agua. Así mismo, se
estima que la degradación ambiental en Colombia representa pérdidas equivalentes al 3,7% del
PIB (Banco Mundial, 2007:118).
De forma similar, las sustancias químicas empleadas en los procesos de producción causan
contaminación del agua, el aire y los alimentos, generando riesgos significativos para la salud
pública, la productividad y los ecosistemas. Un sector que merece especial atención al ...
Regístrate para leer el documento completo.