doctor
Descansaba allí, pensativa y quieta. Cierta melancolía, que rozaba su semblante, debía ser de fecha reciente, puesaun no había alterado los finos y juveniles contornos de sus mejillas, ni dominado el arco picaresco, aunque resoluto, de sus labios.
Cerca de donde estaba sentada, apareció un joven que avanzó por el camino. Detrás de él marchaba un muchacho llevando una valija. Al ver a la joven, el rostro del hombre enrojeció, palideciendo luego. Mientras se acercaba, observó la cara de la muchacha con laansiedad y la esperanza mezcladas en su expresión. Pasó a pocos metros, mas ella no dio muestra alguna de percatarse de su presencia o enterarse de su existencia.
A unos cuarenta y cinco metros, se detuvo de súbito y se sentó en un banco, a un costado. El muchacho dejó la valija y le clavó la mirada con sorprendidos, astutos ojos. El joven sacó el pañuelo y se secó la frente. Era un buen pañuelo, unafrente bien formada y su dueño tenía un excelente aspecto. Luego, le dijo al muchacho:
-Deseo que le transmitas un mensaje a esa joven que está sentada en el banco. Exprésale que voy camino a la estación para marchar a San Francisco, donde me uniré a la expedición de caza en Alaska. Dile que, puesto que me ha ordenado que ni le hable ni le escriba, recurro a este medio de hacer un último llamadoa su sentido de justicia, en aras de lo que ha sido. Que condenar y rechazar a una persona que no merece tal tratamiento, sin darle sus razones o brindarle la oportunidad de que se explique, es contrario a la naturaleza de ella, según yo la juzgo. Que, hasta cierto punto, he desobedecido así sus órdenes, esperando que pudiera inclinarse a hacer justicia. Ve y dile eso.
El joven deslizó mediodólar en la mano del muchacho. Este lo miró durante un momento con brillantes y sagaces ojos, desde su sucia e inteligente cara, y luego marchó a la carrera. Se aproximó, con cierta duda, pero sin embarazo, a la muchacha que estaba sentada en el banco. Se tocó la parte de atrás de la vieja gorra a cuadros de ciclista. La muchacha lo miró con frialdad, sin prejuicio ni favor.
-Señora -dijo-, esecaballero que está en el otro banco le envía a usted una canción y una danza por mi intermedio. Si usted no conoce al tipo y él está tratando de hacerse el fresco, dígamelo, y llamaré a un vigilante en tres minutos. Si realmente lo conoce usted, y es correcto, le transmitiré la sarta de cosas que le manda decir.
La muchacha mostró cierto interés.
-¡Una canción y una danza! -exclamó la joven con untono decidido y dulce, que parecía envolver sus palabras en un diáfano manto de impalpable ironía-. Supongo que se trata de una nueva idea dentro de la especialidad de los trovadores. Yo... conocía al caballero que lo envió a usted, de manera que apenas me parece necesario llamar a la policía. Puede usted ejecutar su danza y su canción, pero sin elevar mucho la voz. Es demasiado pronto para realizarespectáculos de vodevil al aire libre, por lo cual podríamos llamar la atención de la gente.
-Ah -dijo el muchacho con un encogimiento de hombros que recorrió la distancia de su estatura-, usted sabe a qué me refiero, señora. No es un acto de vodevil; es un secreto. Me dijo que le dijera a usted que tiene los cuellos y los puños de las camisas en la mano, listos para disparar a Prisco37. Luegova a cazar pinzones de las nieves del Klondike. Dice que usted le dijo que no le enviara más esquelas rosadas, ni se acercara al portón del jardín, y él emplea este medio de enterarla. Dice que usted se refería a él como a algo pasado, sin haberle dado derecho al pataleo. Dice que usted le dio el olivo y nunca le dijo por qué.
El interés ligeramente despertado en la muchacha y reflejado en sus...
Regístrate para leer el documento completo.