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Una noche espantosa
Habíamos pasado todo un día fuera de la ciudad, estábamos cansados, hambrientos y sobre todo sin ningún sentido de orientación hacia dónde ir. Mi compañero Pedro y yo habíamosescapado de nuestros hogares, el porqué, no quiero contarlo en esta historia, lo importante en esta anécdota está en lo que nos pasó después de huir.
Estábamos cansados, hambrientos y, sobre todo sinningún sentido de orientación, eran cerca de las ocho de la noche, comenzamos la búsqueda de algún lugar en el que pudiéramos pasar la noche, sin embargo en las afueras de la cuidad en la quevivíamos, no había completamente nada.
Continuamos caminando hasta que llegaron las doce, en medio de la desesperación, encontramos en medio de la nada una enorme edificación, muy contentos de la suerte depoder haber hallado ese lugar, rápidamente nos encaminamos hacia lo que parecía una enorme casa. Luego de tocar muy fuerte la inmensa puerta de madera, escuchamos como la puerta se habría lentamente ypara sorpresa nuestra, un enorme hombre con tez muy blanca e inmensos ojos se presentó con el nombre de Adolfo y de la misma manera presentó a su mayordomo Alexis.
El enorme hombre se encorvó un pocoy colocó su mirada fijamente sobre la nuestra, sin decir ninguna otra palabra nos invitó a pasar y le pidió de favor a Alexis que preparara algo de comer. Desde que puse un pié en ese lugar sentí quealgo no andaba bien, no llegaba a entender porque un sujeto al que no habíamos visto nunca nos estaba tratando con tanta calidez, algo de duda entraba en mí.
Después de haber comido un exquisitobanquete, nos invitó a ver los cuartos en los que pasaríamos la noche, nos adentramos en un enorme pasadizo en el que había muchas puertas y ventanas. El silencio que hacía en ese lugar me parecía muyextraño y el hecho de que viviera el solo en una enorme casa sin ninguna otra persona, pero eso no le interesaba para nada a Pedro.
En esa noche no pude dormir muy bien, sentía como si alguien desde...