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A principios del siglo XX, se hallaron en Creta los restos del palacio de Cnosos y, de paso, la existencia de una
elevada civilización.
La isla estuvo habitada desde el período neolítico por pobladores de origen asiático, probablemente. Su veloz
desarrollo cultural se debe a su localización, entre los continentes de Asia, África y Europa, lo que favoreció los
contactos con las grandes civilizaciones de Mesopotamia y Egipto. Protegidos por el mar y las escarpadas
tierras costeras, destacaron en el comercio creando una importante flota que surcó el Mediterráneo hasta
transformar a la isla en una gran potencia marítima, es decir, en una talasocracia, que se extendía hasta Grecia
peninsular, el mar Egeo, las costas de Asia Menor y zonas aledañas como Sicilia.
En el minoico antiguo fue introducido el cobre y el bronce y apareció el primer tipo de escritura conocido en la
isla y que estaba formado por jeroglíficos parecidos a los egipcios. El comercio se incrementó notablemente por
la necesidad de encontrar materia prima para la metalurgia, el urbanismo sentó las bases de la arquitectura
cretense y la organización política comenzó a tomar forma, al parecer, a través de un sistema de pequeñas
monarquías.
Durante el minoico medio se consolidó la talasocracia y la actividad se desplazó al centro de Creta, donde están
las tierras más fértiles. Fue en este período donde se edificaron los palacios de las ciudades de Cnosos, Festo y
Malia.
El período de decadencia de la civilización cretense se inició con la nueva destrucción del palacio de Cnosos, además de algunos otros. Algunos sostienen que fue por la invasión de pueblos indoeuropeos, como los
aqueos, que fundaron Micenas en el Peloponeso, cerca de 1500...
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