Documento Sin T Tulo
¡Cassie! Gritó Sid entre el tumulto de personas.
Iba a ser imposible encontrar a Cassie en Nueva York, y si es que la encontraba, iba a ser
todavía más difícil llevarla de vuelta a Inglaterra. ¿Por qué había huido? Todo iba tan bien y
de pronto se iba. "Estúpida Cassie", pensó Sid mientras veía pasar a todas esas personas por la quinta avenida. Chris había muerto hacía seis meses y Cass había huido, ni siquiera
una nota, una llamada, un maldito mensaje, simplemente una postal que ella le había
mandado la cual citaba: “I love New York”, lo que él interpretó como: “Ven a buscarme”.
En realidad él no había querido ir, había sido Tony y su insistencia, le había comprado un
boleto de ida a NY.
¿Para qué es esto? Para que vuelvas a ser feliz Le había dicho Tony.
¿Nueva York? preguntó Sid. ¿Qué se supone que haré allá?
Oh, no lo sé, es rubia, delgada y dice “wow” demasiadas veces al día. Había dicho Tony
con esa sonrisa en su rostro que dice “créeme, sé lo que estoy haciendo”. Después de todo
Tony había sido su mejor amigo desde el jardín de niños, mientras Tony medía aproximadamente 1.80 m, Sid apenas medía 1.75 m, Tony era alto, guapo, condenadamente
guapo, nariz respingada, rostro afilado, labios suaves, ojos azules, de ese azul que no
puedes dejar de mirar, cabello color azabache y era delgado, pero musculoso, lo suficiente
para tener a todas las chicas babeando por él. Y luego estaba Sid… No tan delgado como Tony, pero lucía bien, piel pálida, cabello color castaño, el cual le llegaba a la altura de medio
cuello, tenía la nariz chata, ojos castaños y grandes, bonitos labios… en realidad era
atractivo, pero siempre estaba usando ese gorro y sus lentes que parecían unas malditas
lupas. Siempre andaba por ahí jorobado, usando sudaderas, playeras de cuello redondo y
jeans.
Hacía un frío del infierno en NY, traía puesta una sudadera y encima un abrigo, en su mochila traía cosas que Tony había empacado para él, había revisado la mochila en el avión
y llegó a la conclusión de que llevaba ropa interior limpia, dos playeras, un par de
calcetines,un cepillo de dientes, hasta había puesto un poco de marihuana en un
compartimento secreto de la mochila. Vale, Tony no sabía hacer el equipaje, ¿En qué había
estado pensando cuando puso esa marihuana en su mochila? no era mucho, unos 20 gramos, pero aún así, y le había dado dinero extra (70 dólares), por si necesitaba quedarse
en algún lugar para pasar la noche, pero Sid tenía el presentimiento de que no dormiría esa
noche.
Tenía que buscar a Cassie.
“Oh, Cass… en dónde diablos te has metido”, pensó Sid y suspiró.
Cassie Ainsworth, 10 centímetros más baja que Sid, piel pálida, “la perra loca que nunca come”, así la había descrito Michelle, mejor amiga de Sid, o al menos lo había sido hacía
unos meses. Cassie era rubia, tenía ojos grandes y cafés, tan oscuros que apenas podías
notar su pupila, nariz pequeña y ella era tan delgada que podías ver su columna vertebral
cuando se agachaba para atarse los zapatos. Su relación era un tanto complicada, Cassie había estado en rehabilitación un par de veces, tenía anorexia, depresión, ansiedad y
también era una especie de drogadicta. Pero Cassie era adorable, a su manera.
Sid caminó hacia la estación del tren, se bajaría cerca de Central Park, a Cassie le
gustaban los parques. Bajó del tren, salió del subterráneo, caminó hacia el primer lugar que
quieres visitar cuando vas a NY… La Quinta Avenida, tan famosa, llena de vida y turistas, además de personas adineradas que vivían por la zona.
¿Ha visto a esta chica? Preguntó Sid con una fotografía de Cass en su mano a una
persona que iba pasando por ahí, pero esta sólo lo miró de reojo y siguió caminando. Hizo la
misma pregunta a otras cuarenta personas aproximadamente antes de darse por vencido, ...
Regístrate para leer el documento completo.