A partir de los decenios finales del setecientos es cada vez más típico del Romanticismo cierto acercamiento y entrecruzamiento entre los géneros literarios, tanto en el sentido de que se tratan unosmismos temas en las formas más dispares, como en el de que se van fundiendo estas formas y sus técnicas. El tema del último rey visigodo Rodrigo y la destrucción de España está presente en el poemade Cadalso Carta de Florinda a su padre el conde don Julián, después de su desgracia (1773), pero es a la par el asunto de la novela El Rodrigo (1793) de Pedro Montengón. En un solo año (1834), lahistoria del trovador y triste amante Macías se narra en la novela El doncel de don Enrique el Doliente de Larra, y se lleva al teatro en el drama en verso Macías del mismo autor. No sólo se escenifica eltema donjuanesco en el famoso drama de Zorrilla, sino que varios años antes se cuentan las sergas de otro burlador muy semejante en el famoso poema lírico-épico-dramático El estudiante de Salamancade Espronceda, quien no obstante, clasificaba este poema suyo como «cuento». Y ahí está El moro expósito (1834) del duque de Rivas, compuesto en 12 largos romances endecasílabos, pero que por sustécnicas descriptivas y narrativas, así como por su historicismo arqueológico, pertenece al género de la novela histórica romántica (a su otro poema narrativo El caudillo de los ciento, Antonio Arnao lollamaría, en efecto, «novela en verso»).
¿A qué viene todo este preámbulo sobre formas literarias no cultivadas por Bécquer y otras escasamente representadas en su obra? Pues bien, los génerosperiodísticos -sólo aparentemente menores- de los que nos hemos de ocupar aquí tuvieron su primer florecimiento auténtico durante el segundo romanticismo, o sea el decimonónico; y de ahí que se veanafectados por la misma indeterminación en lo que atañe a las lindes genéricas. En su forma básica el periodismo significaba entonces lo mismo que ahora los reportajes sobre las últimas actualidades...
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