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Honduras, 22.02.10 Mario Argueta: diarioSPAMFILTER@elheraldo.hn
El principio constitucional del Estado laico, de la separación entre las competencias y atribuciones de lo seglar y lo religioso, está incorporado a la mayoría de las constituciones modernas, tras férreas oposiciones por parte de instituciones y fuerzas eclesiales que contaron con el respaldo de partidos
conservadores. En naciones latinoamericanas, como México, incluso apelaron a las armas y a la intervención extranjera para impedir que se hiciera realidad esa norma que deslinda las respectivas
áreas entre el Estado y las religiones.
La historia centroamericana no es una excepción a esta tendencia. La primera generación liberal la
de Valle, Herrera, Morazán, los hermanos Márquez, Cabañas, Barrundia, Molina, Gálvez debió
enfrentar a formidables oposiciones por parte de aquellos que durante más de tres siglos se habían beneficiado de la simbiosis, no carente de conflictos, entre el poder temporal representado por la
Corona española y el espiritual emanado del Vaticano.
El principio de libertad de cultos, de tolerancia, de separación IglesiaEstado fue afianzado en las cartas magnas con el triunfo de las reformas liberales en el último cuarto del siglo XIX y mantenido
en vigencia durante la mayor parte del XX. Ramón Rosa fue el intelectual hondureño que más defendió en sus escritos este logro institucional.
Durante las últimas décadas, ha sido notorio el debilitamiento del laicismo en Honduras. Las diversas iglesias, Católica y protestantes, han ido expandiendo su adquisición de bienes materiales
manifestado en la apertura de centros educativos en los tres niveles, la compra de bienes raíces, bonos y acciones, depósitos bancarios, y, simultáneamente de una profundización y consolidación
de su influencia al interior del aparato estatal, lo que significa que Honduras ya es, de hecho, un ...
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