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Hay escarceos entre las secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y gobiernos priistas, usando los pliegos de demandas locales como abrojos para debilitar oal menos mantener ocupados a los gobernadores más activos en las campañas del PRI.
Carlos Ornelas*
Dado el origen del Partido Nueva Alianza, parece imposible verlo como un evento independiente delSindicato Nacional de Trabajadores de la Educación o, con mayor precisión, de la camarilla hegemónica del sindicato. Lo que suceda en una afecta al otro y viceversa. Ciertos hechos políticos que sucedenen el país dan pie para especular de que algo se calienta en la cocina común de esos organismos, mientras en el PRI quieren rebajar la miel del Panal. Pronto los periodistas saborearán algunosplatillos.
Hay escarceos entre las secciones del SNTE y los gobiernos priistas usando los pliegos de demandas locales como abrojos para debilitar o al menos mantener ocupados a los gobernadores más activosen las campañas del PRI. Pero ellos, sin que esto denote una estrategia general, no se cruzan de brazos y tratan de acarrear agua al molino del candidato Peña Nieto.
Por ejemplo, el dirigente de laSección 36 del SNTE —la del Valle de México, la cuna política de Elba Esther Gordillo—, Alberto Hernández Meneses, conminó al gobernador Eruviel Ávila a mostrar voluntad política “y presupuestal” paraconstruir juntos (gobierno y sindicato, se entiende) una respuesta a los problemas de la educación.
La retórica del discurso del día 6 de febrero es añeja, pero el tono del dirigente sindical fuebelicoso, cuando apenas ayer fluía la cordialidad. Algo cambió cuando el PRI rompió la alianza con el Panal.
Que las secciones del SNTE tengan capacidad de presión sobre los gobiernos de los estados sedebe al diseño defectuoso de la descentralización educativa de 1992. En aras de mantener la figura simbólica del federalismo educativo, el gobierno central aceptó que, además de la negociación laboral...
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