Domingo.Ensayo

Hace algunos domingos me acordé que tenía que decir algo del disco de Lou Reed, en realidad yo había prometido que iba a decir algo de un disco de Lou Reed para una revista literaria. Era Berlin su disco después de Transformer.
Durante mi época de “sturm und drang” adolescente en la ardua tarea de la búsqueda de uno mismo y aislamiento tuve 3 caballitos de batalla que me mantenían cerca de todoy al mismo tiempo lejos. El fútbol, los libros y la música. Me hice hincha de Platense, me sabía de memoria la obra completa del tío Nietsche y tenía una canción que se llamaba Tanques de Punto G. Mi adolescencia estaba salvada. Platense era un cangrejo del fútbol argentino, pero un cangrejo que mientras caminaba para atrás tenía su zanahoria adelante. Era una métafora bellísima para losSargentos Pimientas. Tenía 9 años cuando mi viejo me llevó a ver Boca por primera vez a la cancha y jugaba justamente contra este cangrejo. Creo había 60 hinchas con la camiseta del cangrejo y fue un poco antes de que Boldrini de cabeza ponga a toda la bombonera de rodillas que ya me había unido a la lucha de esos corazones destrozados. Más tarde llegó el Anticristo y el Zaratustra y un casette tdk que mehabían pasado de esta banda de Rosario que se llamaba Punto G y tenía una canción triste fea y hermosa que aparecía bajo el nombre de Tanques. La pasé bien. Serrano, Felipe Bellini, Baena, el “oh, qué sería de tu felicidad radiante astro si no existiesen aquellos para los que brillas”, el odio casi de barrabrava por Sócrates y una voz y una estructura de canción que sonaba como ninguna otra; mehicieron invencible. Con la llegada de los 90 el carácter sagrado de los mitos fue perdiendo peso. Platense se había ido al descenso, los aforismos de Nietsche en alemán ya casi los había olvidado, las novias habían traicionado, los reyes eran los padres y encima de magos no tenían nada y los amigos se habían ido. Solamente pude guardar la canción Tanques como aquella campanita que me expulsaba delnunca jamás pero que me obligaba a volver todos los días aunque este del otro lado de la ventana. Durante mis años en la Facultad muy pocas veces en las noches sin dormir en compañía de literatitos, amigas, silviorodriguistas y todas las yerbas, saque Tanques a la batalla; pero cuando lo hice fui demoledor. Tenía dos ventajas; la primera y más importante era que nadie conocía la canción lo que mepermitía analogías desde Like a rolling stones pasando por compositores peruanos que ni yo conocía hasta un single de Coca Cola de los años 70; y la segunda era que mis relatos eran tan mitológicos que muchos descreían de su existencia. Fue una noche de tanto subestimar a mis interlocutores que saque aquella joya del nunca jamás y la puse en el grabador, me equivoqué. La fiesta ya estabaterminando y como un ave Fénix que renacía entre los cigarrillos, el alcohol y la madrugada se acercó una chica de esas que en un segundo ponen el play de las cosas que no sabías que existían en vos y con una solapada indiferencia sirviéndose un ron me dijo ESTO ES UN ROBO A LOU REED; nada volvió a ser igual.
Mis elementos más grandes de la elocuencia se habían jubilado. Estaba perdido y lo peor de todoera que en mi perra vida se me había cruzado el nombre de Lou Reed. Vague por las peores calles de los campeones sin títulos, los axolotl y los personajes de propaganda maldiciendo aquel robo a este tal Lou Reed pero lo que jamás había hecho víctima del orgullo era sentarme a ver una y mil veces el gol que me habían hecho casi de arco a arco. Un día lo hice. Me compré creo que tres o cuatro discosal azar, sin chusmear ninguna reseña, me compré unos tragos y lo último que vi antes de un sueño que dura hasta hoy fue un atardecer de Rosario previo a un verano devastador. Todos los días de 50 grados a la sombra me comí está mini-discografía como un arquero castigado, como una educación a mi elocuencia perdida, escribiendo mil veces en el pizarrón nunca le muestres una joya del nunca jamás...