DOMINIQUE Juli Los Cambios Del Sistema Educativo En Francia Siglo XVIII
en Francia.
Los cambios del sistema
educativo en Francia en
el siglo XVIII
Dominique Juliá
Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales
(Paris)
Grabado de una clase de diseño en un establecimiento de enseñanza francés
de finales de/siglo mtl.
.
FT
1 sistema escolar francés experimentó en el curso del siglo XVIII profundas transformaciones que modificaronsensiblemente su configuración.
No es posible abordar a fondo, en una breve introducción, todos los problemas que suscitaron estos cambios. Sólo pretendemos esbozar algunas líneas de
fuerza, por lo que limitaremos nuestro tema a tres puntos que estimamos de importancia capital: analizaremos primero la evolución de la red de colegios franceses y las modificaciones que se producen en el mapa escolar de laFrancia del Ancien Régime; evocaremos después, de modo sucinto, las reformas encaminadas a sacudir el pesado yugo de las humanidades clásicas para abrir la enseñanza secundaria a las disciplinas científicas, señalando sobre todo las resistencias sociales encontradas, y estudiaremos finalmente la secularización del personal docente en los últimos decenios del siglo XVIII.
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I. LA RED DE COLEGIOSEN EL SIGLO XVIII
En el curso de los siglos XVII y XVIII, la monarquía se sintió inquieta ante la
proliferación anárquica de centros escolares. La matriz de la razón de Estado en la
materia la ofrece el Testamento político de Richelieu, texto citado a menudo, que desarrolla una argumentación reiterada invariablemente en el curso de los siglos
XVII y XVIII: las letras «no se deben enseñar a todosindiferentemente»; un Estado se haría pronto «monstruoso» si todos los sujetos que lo habitan fueran sabios;
y sobre todo, un número excesivo de colegios supondría la ruina de la agricultura y
llenaría el país «de trapaceros más idóneos para arruinar a las familias y perturbar
la tranquilidad pública que para procurar algún bien a los Estados». Sin embargo,
la idea de construir un espacioescolar jerarquizado donde el tamaño de los centros correspondiera adecuadamente a la importancia respectiva de las ciudades
chocó con la resistencia de las oligarquías urbanas, deseosas de poseer en su recinto el colegio más completo posible: las indagaciones efectuadas por Colbert (1667),
Louvois (1685) o Pontchartrain (1701) con el fin de reducir o de cerrar algunos cen71
tros no llevaron aninguna medida concreta (1). De hecho, un edicto de diciembre
de 1666 exigía letras patentes para la apertura de cualquier colegio nuevo y ordenaba a todas las comunidades del Reino establecidas desde 1636 presentar las letras patentes en virtud de las cuales se habían establecido, a fin de poder dictaminar sobre su caso «mediante confirmación de su creación, supresión o traslado».
No parece que sehubiese respetado este edicto, como lo atestiguan varias
cláusulas del edicto de 1749 sobre los centros de manos muertas: por una parte, la
expansión de las órdenes y congregaciones religiosas se limitó sólo parcialmente;
por otra, el polimorfismo de los estatutos jurídicos permitió a muchos colegios
subsistir sin letras patentes e incluso seguir recibiendo dádivas y legados por mediación de losgrupos que los administraban —ciudad o comunidad (monasterio,
hospital, fábrica, etc.)—, los cuales estaban autorizados para aceptar las donaciones.
La única ocasión en que la monarquía quiso realmente aplicar los medios para
elaborar una geografía planificada del espacio escolar fue la resultante de la expulsión de los jesuitas en los arios 1762-1764. En el mes de septiembre de 1762, el
Parlamentode París pidió a las universidades de su jurisdicción que le presentaran
reglamentos de estudio y disciplina y precisaran los medios para establecer una
«correspondencia» rigurosa entre universidades y colegios, a fin de uniformar la
educación en el conjunto de los colegios de la circunscripción. Los comisarios del
Parlamento y los Consejos del Rey, encargados al principio de proceder sólo a la...
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