Don carmelo
Texto teatral original de:
Felipe Galván.
Una mujer desesperada de más de setenta años busca hacia todas direcciones. Es Elena. Después de varios intentos se dirige a alguien del público.
ELENA.- ¿Oiga, usted conoce a don Carmelo?
Seguramente le contestan “que no” o no le contestan.
ELENA.- Es mi padre. Un señor de edad suficiente como para ser el responsable de minacimiento. (Pausa) No tengo porqué decirle mi edad. Tenga los que tenga no le importa a usted, además confórmese con verme como soy: bonita. ¡Ay, que gente tan horrible!
Mutis. Inmediatamente sin ver a Elena aparece Ernestina, mujer de alrededor de cincuenta años. Mismo juego.
ERNESTINA.- ¿Usted conoce a Doña Elena? Es una señora “bonita”. Me tiene preocupada pues anda en la desesperaciónbuscando a mi abuelo. Mi abuelo es su papá. Ella cuida a mi abuelo y yo, la cuido a ella. Es mi madre, mi mamá; no le gusta que la llame madre, dice que es muy ofensivo, seco, casi grosero. ¿No la vio? ¿Cómo dice? ¡Ay sí, claro! Me veo muy bien para mis cincuenta y ocho años ¿verdad? El otro día me enteré que en la escuela de mi nieto me dicen “señora tentación”. Claro que no lo expresan a mis oídosdirectamente, pero me halaga. Cuando encuentre a doña Elena no le comenten esto por favor.
Va a salir. Aparece Pedro, un hombre de edad cercana a Ernestina. La detiene con la voz.
PEDRO.- Doña Ernestina, doña Ernestina.
ERNESTINA.- ¡Ay muchacho! Ya te dije que no me doñees.
PEDRO.- Y tú no me muchachees.
ERNESTINA.- ¿Cuántos años portas en cronología?
PEDRO.- Poquitos más que tú.ERNESTINA.- Pues todavía estás en edad… de merecer.
PEDRO.- Mira mejor cámbiame por dos de treinta.
ERNESTINA.- ¡Ay que difícil eres!
PEDRO.- Sigamos en la búsqueda de don Carmelo.
ERNESTINA.- No encuentro a mamá Elena.
PEDRO.- Pues anda en lo mismo que nosotros, buscando al señor.
ERNESTINA.- ¡El señor está en los cielos!
PEDRO.- Esperemos que don Carmelo todavía no,todavía…
En algún lugar del escenario aparece Carmelo. Es un viejecillo completo, pero ágil, energético y hasta juvenil para sus 97 años. Pedro y Ernestina se congelan.
CARMELO.- Eso quisieran varios de mis parientes. Les causo pérdida de sus tiempos, saco canas verdes y produzco aceleración en sus latidos de corazón.
Pedro y Ernestina salen de su congelamiento.
PEDRO.- …no es tiempo de queesté en los cielos.
ERNESTINA.- Pero para eso debe cuidarse, siempre se lo digo…
Vuelven a congelarse.
CARMELO.- Eso me dicen Ernestina, Elena, los nietos de esta e hijos de aquella y los nietos de la primera y bisnietos de la segunda que son a su vez mis tataranietos. Híjoles, como ha crecido la familia.
Desparece Carmelo. Ernestina y Pedro regresan a la normalidad.
ERNESTINA.- Esun terco, un sordo o un discapacitado de voluntad.
PEDRO.- Óyeme no, es un señor a todo dar.
ERNESTINA.- ¿Y entonces porqué no andas con él? Así lo cuidarías.
PEDRO.- Pues porque quiero andar contigo. Y él no necesita que lo cuiden.
ERNESTINA.- Pues díselo a mi mamá.
Aparece un hombre caminando, es Mario. Tras él Elena.
ELENA.- Señor, por favor señor.
Mario se detiene.MARIO.- Buenas tardes doña Elena.
ELENA.- Que bueno que me hace caso. ¿No ha visto a mi papacito?
MARIO.- ¿Al señor don Carmelo?
ELENA.- No tengo otro.
MARIO.- Es que como dijo “mi papacito” pensé en que bien podría ser su novio.
ELENA.- ¡Mario! Hace cincuenta años que no tengo novio.
MARIO.- Yo no sé de sus noviazgos sólo la escucho y atiendo. No veo a don Carmelo desde anoche quenos pusimos a jugar damas chinas en el departamento de los sinaloenses.
ELENA.- Usted fue el que me lo desveló anoche.
MARIO.- No lo desvelé. Se fue temprano, como a las nueve.
ELENA.- Pues esas no son horas para que un señor de su edad ande fuera de su casa.
Vuelva a aparecer sorpresivamente Carmelo.
CARMELO.- ¿Cuántas veces te he dicho que yo hago con mis horas y mi edad lo que...
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