DON MEAS EL MOSQUERUNO Y SU AVENTURA EN LA CAPITAL
Érase una vez un viejecito y una viejecita que vivían en la ciudad de Mosquera que Nunca pudieron tener niños, y esto les hacía sentir muy tristes, tanto que le pidieron a los dioses de la laguna la Herrera que les diera un niño: “Aunque no fuera ni más grande que un dedo, estaríamos contentos.”
Y un día, tuvieron un bebe tan alto como un dedo.El viejecito y la viejecita estaban muy contentos por el regalo de los dioses de la laguna la Herrera que tanto tiempo habían esperado. Al bebé le llamaron “Meas”, que quería decir pequeño y chiquitito, y le cuidaron con mucho cariño dándole una bella casa en el trébol. Los años pasaron pero Meas no crecía. A los tres años de edad, a los cinco, a los diez, siempre tenía la misma talla que tuvo eldía que nació, es decir, la talla de un dedo. Sus papás se preocupaban mucho por esto. Le hinchaban de comida e hicieron todo lo posible, pero sin remedio. El chiquitito Meas no crecía ni un poco.
Tan pequeño era Meas que no podía ayudar a la viejecita en la casa, y al salir al campo con el viejecito Meas solamente podía portar una hebra de leña a la vez. Meas era buen cantante y bailarín, peroa pesar de esto le caía muy malamente el no poder ayudar a sus papás así que decidió participar en el Fas. Además, los otros niños de Mosquera siempre se reían de él y le burlaban con el enano. Todo esto le dejaba muy triste, y decidió hacer un esfuerzo para hablar con el padre del colegio salesiano para que le ayudara a hacer un viaje para poder ayudar a sus papás. Así que Le dijo al viejecito yla viejecita: “He decidido ir a la capital para buscar empleo.”
El viejecito y la viejecita se sentían tristes al oír esto, pero le dieron un plato de sopa, un palillo de comer, y una aguja, y le desearon buena suerte. El chiquitito se puso el plato de sopa como gorro, la aguja como espada en la cintura y el palillo como bastón al caminar, y se fue.
Caminaba y caminaba pero la capital quedaba muylejos. En medio camino se encontró con un una hormiga y le preguntó si la ciudad estaba aún lejos.
La hormiga contestó:
“Vaya a través de Siberia,
cruza el portal de la 80,
y siga hacia adelante.”
Meas le dio gracias a la hormiga y camino hasta Siberia, luego cruzo el portal de la 80 y siguió como la hormiga lo había dicho. Allí, el plato de sopa que usaba como paraguas se convirtió ahora abarco puesto que llovió torrencialmente y el palillo como palo para empujar, y Meas se embarcó sobre los charcos. Después de un rato llegó a un puente grande sobre cual había mucha gente. Al ver esta multitud, Meas se imaginó que está era la capital y se bajó del barco.
La capital era muy grande, llena con muchísima gente de aspecto muy ocupado. Para el pequeñito Meas, era un sitio peligroso, ya que acualquier momento alguien podría pisarle sin ni darse cuenta. Meas pensó que tendría que tener mucho cuidado, y que sería mejor caminar por las calles más calladas. Mientras se paseaba dio con una casa grande; era la residencia de un rico y poderoso señor. Meas se presentó en la puerta y llamó: “¡Por favor! ¿Hay alguien?”
Un hombre se asombró pero no vio al pequeñito Meas y volvió murmurando:“Pensé que oí alguien pero no hay nadie.:
Otra vez Meas llamó: “Aquí estoy, al lado de los zapatos.”
El hombre miró hacia los zapatos y por fin vio a Meas. Jamás vio alguien tan pequeño. El hombre se agachó, recogió al chiquitito y le puso en la mano, mirándole con gran interés. Al fin, le llevó al cuarto de la hija de aquel hombre poderoso. Allí, Meas bailó y cantó con tanta gracia que todos en elcuarto se encantaron de él. En particular a la Hija de aquel señor le gustó tanto este niñito de tamaño de dedo que decidió mantenerle siempre con ella.
Meas continuó a vivir en la gran casa del señor, como ayudante de la hija: cuando ella leía, él daba vuelta a las páginas; cuando ella practicaba escritura, él le sacaba punta a su lápiz. A la misma vez, Meas practicaba la esgrima con la aguja....
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