Don Procopio
era un ser muy especial y muy querido en el barrio. Vestía su mejor tela. Era un simpático personaje,muy solicitado, era el especialista en decirle el último adios a aquéllos que habían tomado la decisión de abandonar a los vivos.
Era su negocio, negociopróspero, pues no tenía competencia. Su habilidad era asombrosa, podía arrancar una lágrima por cualquier difunto, cuya familia le pagara bien, eso sí,mientras más le pagaran mejor sería su discurso.
Para los pobres, para los que no pudieran engardar su bolsillo, para aquéllos que la vida no le habíasido muy generosa, no se podían desperdiciar las palabras, no se podía componer un buen discurso, unas palabras eran suficientes, cero lenguaje florido,cero lenguaje adornado de símiles y metáfotas, si se conformó en vida con ser pobre, que el muerto se conformara con unas pocas palabras desnudas, librede profundas emociones.
Pensaba todo el tiempo en la plata, y a veces pedía que apareciera un difunto con chavos. Eso sí le gustaba, Y cuando un ricoestirava la pata, decía que dormía un sueño maravilloso,ponía todo su empeño en hacer arrancar una lágrima hasta a los enemigos del muerto.
Pero en elfondo el viejo no era malo, tenía sentimientos. Había visto partir a muchos en ese viaje solitario llamado muerte, y si hubiera encontrado a uno quemuriera por él, era mejor. Temía morir, le aterraba la muerte. Pensaba que un día estaría acostado en una ataúd y le preocupaba quién despediría su duelo
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