Don Quijote Y Su Amigo Sancho

Páginas: 16 (3813 palabras) Publicado: 3 de octubre de 2015
CAPÍTULO I
En un lugar de la Mancha, de cuyo
nombre no quiero acordarme, no hace mucho
tiempo vivía un caballero, al que todos
conocían por el nombre de don Quijote. Éste
poseía una lanza, un escudo muy viejo, un
caballo muy delgado y un perro galgo.
Don Quijote, por aquel entonces tenía
algo más de cincuenta años, y era de
constitución recia, delgado de carnes, enjuto
de rostro, muy madrugador yamigo de la
caza.
Don Quijote con lo que más se divertía
era leyendo libros de aventuras, que por
aquellos tiempos eran los de caballería.
Tantos libros leyó que el pobre caballero
llegó a perder la razón, creyéndose ser el
protagonista de todos aquellos cuentos.
Una mañana del mes de julio, justo
antes de que amaneciera, don Quijote decidió
hacer realidad sus sueños y salir en busca de
unaaventura. Así, sin pensárselo dos veces
se fue hasta el establo y ensilló a Rocinante,
un viejo caballo de color blanco y largas
crines, que era tan delgado que todos los
huesos se le contaban. Y también silbó a su
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perro galgo, que acudió a la llamada de su
amo sin mucha alegría y royendo un hueso.
De ese modo entendió don Quijote que
había llegado el momento de la partida y sin
despedirse de susobrina, una joven
muchacha que vivía con él, subió en su
caballo y abandonó su casa radiante de
felicidad.
Una vez en las afueras, don Quijote
cabalgó en aquel caluroso día sin que le
ocurriera ningún suceso digno de contar. Tan
sólo se encontró con la compañía de los
gorriones que volaban muy bajito entre los
rastrojos de los campos de trigo, también
pudo escuchar los cánticos de las cigarras, elclamar de los cuclillos y el zumbido
desagradable de las moscas, que Rocinante
se quitaba de encima a fuerza de mover la
cola.
Al anochecer, don Quijote se
encontraba muy lejos de su hacienda y estaba
tan cansado y con tanta hambre, que decidió
buscar un lugar donde cobijarse. Teniendo la
fortuna de hallar una venta en el camino, a la
que confundió con un castillo.
Cuando llegó a las puertas dela
posada, solicitó a una joven que allí había,
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que tuviera la amabilidad de llamar al señor
de la fortaleza. Pero la fortaleza no tenía
señor sino ventero, que era un poco bromista
y que se había dado cuenta de la falta de
juicio de nuestro caballero.
A todo esto, don Quijote que tenía
mucha hambre, le llegó el suave aroma de
pescado asado, por lo que solicitó a su
anfitrión que tuviera a biende invitarlo a
cenar. A lo que le respondió el ventero, si
traía dineros.
—¡Dineros! —alegó don Quijote con
cierto asombro—, ¿desde cuándo un
caballero andante ha de llevar blanca?
Mientras tanto, nuestro hidalgo decidió
pasar la noche, no durmiendo sobre un
confortable camastro sino vigilando sus
armas delante de una pila donde se daba de
beber a las bestias.
En esas andaba, cuando a un mozo sele ocurrió dar agua a su mula, pero como las
armas le interrumpían hubo de apartarlas.
Por lo que don Quijote muy ofendido le dijo:
—¡Atrevido caballero, como osas
tocar las armas del más valeroso andante que
jamás ciñó espada! Mira lo que haces, y no
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las manosees, si no quieres dejar la vida en
pago de tu atrevimiento.
El mozo que era muy bruto y
pendenciero, comenzó a reírse de don
Quijote, alo que éste le respondió dándole
un mamporrazo con el escudo en la cabeza.
Los compañeros del muchacho, al ver
la escena, comenzaron a arrojarle piedras a
don Quijote, que no pudo hacer otra cosa que
protegerse con su viejo escudo hasta que
llegó el ventero.

CAPÍTULO II

A la mañana siguiente, volvió don
Quijote nuevamente a la aventura, no sin
antes haberse despedido del ventero y
agradecerlesu hospitalidad. Una vez en el
campo, espoleó a Rocinante para que
galopara, pero el viejo jamelgo lo único que
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pudo hacer fue dar un tropezón que casi
derriba a don Quijote de la montura.
Entretanto, llegaron hasta un cercano
bosque poblado de verdes pinos y recias
encinas, y se detuvieron para descansar junto
a un riachuelo de mansas aguas. Mientras
Rocinante y el perro bebían en un recodo...
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