Donde Acaban Los Caminos

DONDE ACABAN LOS CAMINOS
EL agua, con incisivo sabor a hierro, más fría que la palangana de peltre con sus abolladuras descasca- radas, más fría que el aire, daba la impresión de un ambiente inhóspito, aunque de finas transparencias y de nobles durezas que no era imposible descifrar. Siempre le había parecido portadora de los mensajes más íntimos del mundo. Situaciones, lugares, aun memorias desu propio estado de ánimo revivían con la proximidad del agua; el proceso mismo de su pensamiento se desenvolvía en espirales, en gotas que iban cayendo paulatinamente con menores intervalos hasta dar el matiz exacto de la idea. No era aquella una manía intelectual sino una manera de situar y de comprender la vida, tal como otros funcionan en razón de lo que tocan o de lo que escuchan; ni tampocouna inclinación poética, pues sus juicios eran a menudo es- cuetos y despersonalizados. Esta agua, por ejemplo, donde ahora se lavaba las manos, no disolvía el jabón ni removía el polvo que se adentraba en la piel, raspaba la superficie de los ojos con desesperantes agujas, entorpecía la audición y hacía del pelo una pasta tiesa y renuente. El polvo del camino daba al campo una existencia másconcreta que la suntuosidad de la flora o de la geología. Era el patronímico de la nación, el trasunto de su historia parsimoniosa, aún cercana al tiempo de las recuas de muías y de todo lo que multiplicaba las distancias; y rodeaba igual que una atmósfera al autobús en su sofocada marcha por cumbres y barrancos, a la vera de los abismos. "En ese lugar adonde usted va hay que barrer debajo de la camapara sacar las nubes'', había dicho el viajero mofletudo —en los vehículos que recorren largas jornadas siempre hay alguien que ha estado en todas partes—. "Las cosas son frías, como mano de muerto". "Tierra colorada que escupe las semillas", "indios traicioneros", "humedad, humedad" ... Se arre- molinaban los comentarios conforme el sol fué calentando los cerros y estimulando imagina promiscuidadde caras, voces y gestos anónimos y entrometidos. Los pasajeros mataban el ocio en preocuparse por quién se bajaría en la próxima villa, cual si les importara seriamente su ocupación y su destino. Atrás había quedado el pueblo de los tinosos, el que vivía íntegramente del licor de contrabando; la aldea de las calles que siempre estaban desiertas, porque los vecinos se odiaban entre sí con antiguaferocidad; la población que no abandonaban los soldados desde la noche en que los indios degollaron a varios blancos, por cuestiones de tierras, y el gran molino con bastiones coloniales, que según rumores, estaba maldito desde que los gobiernos herejes lo expropiaran a una comunidad religiosa. Todo un mundo horizontal, tendido a lo largo de la carretera, del que apenas se tenía noción en lasciudades 10 Se secó detrás de las orejas con un dedo envuelto en la toalla, bostezó hasta verter lágrimas y sintió el cuerpo destemplado. Sin prisa, resignado de antemano a sobrellevar cualquier sorpresa mortificante, examinó el aposento que le dieran en el hotelucho. El piso, de una sola capa de cemento, estaba lleno de innumerables depresiones y de rajaduras, como los cuadros antiguos; la pata máscorta del armario se completaba con varias rodelas de cartón; un amueblado de caoba justificaba el rango de la pieza, **la mejor del establecimiento ^ miento", según puntualizó el hortelano al anunciarle la tarifa, difundiendo un vaho de recién pasada borrachera. Una puerta daba al corredor; la otra a la habitación contigua, y estaba condenada por un elaborado mecanismo de clavos y pestillos,quizás con el objeto de que el inquilino comprendiese hasta dónde llegaban sus dominios. "¿Quién dormirá allí? ¿Roncará? Muchacha casadera y sonámbula. Niños llorando toda la santa noche. . . Una vez un loco salió bruscamente de una puerta así y acuchilló a la vieja que dormía sobre su único oído hábil. . ." Las paredes, desnudas, mostrando a trozos dos y hasta tres distintas capas de pintura; aquí...